ESPECIAL | CONGRESO NACIONAL MISIONERO | REPORTAJE |
Por Julio DÍAZ VILLEGAS |
Desde 1942 se inició en México la tradición ininterrumpida de organizar y proyectar vivamente, cada cinco años, un Congreso Nacional Misionero (CONAMI), a fin de movilizar, dinamizar y favorecer el encuentro de las fuerzas misioneras de la Iglesia presente a lo largo y ancho de toda la República Mexicana. Las Obras Misionales Pontificias han impulsado este proyecto misionero con la conciencia eclesial: «la misión es para la comunión y la comunión para la misión».
«La misión evangelizadora de la Iglesia, la cual brota desde su más íntima y primigenia naturaleza, no puede ser entendida más que como una consecuencia de la infinita misericordia del Padre hacia la humanidad. Mediante su actividad misionera, la Iglesia se entrega por entero a ser una prolongación temporal de la eterna misericordia de Dios, quien irrefrenablemente “quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad” (1 Tim 2,4)», manifiesta el documento de preparación del XV CONAMI a realizarse en Tuxtla Gutiérrez, del 27 al 30 de octubre de 2016.
Los esfuerzos por despertar el fervor y el espíritu misionero de todos los bautizados han sido permanentes en toda América Latina y el Caribe, sobre todo con la declaratoria y apertura de una Gran Misión Continental a la que llamaron los Obispos latinoamericanos desde Aparecida, Brasil en el 2007.
La misión permanente de la Iglesia incluye el anuncio kerigmático que cobra vida y fuerza en el contexto del surgimiento de un cambio de época que se caracteriza, entre otras cosas, por una mentalidad débil, light y superficial que usa y desecha lo que considera inservible y sobrante, incluida la persona humana.
Sin embargo, la Iglesia proclama el surgimiento del hombre nuevo a partir del encuentro con Jesucristo que, tocado por la gracia santificante contenida en los sacramentos, encuentra sentido a la existencia aún en medio de las grandes dificultades y pruebas de la vida.
A través del anuncio alegre y gozoso de la Buena Nueva, se propone revitalizar la vida de la Iglesia aún en aquellos lugares o áreas de la sociedad donde no se ha anunciado suficientemente el Evangelio. En este sentido, «todos los bautizados están llamados a “recomenzar desde Cristo”, a reconocer y seguir su Presencia con el mismo realismo y novedad, el mismo poder de efecto, persuasión y esperanza, que tuvo su encuentro con los primeros discípulos a las orillas del Jordán, hace 2000 años, y con los “Juan Diego” del Nuevo Mundo» (DA 549).
Se trata de que las Iglesias del continente dinamicen la misión con un nuevo impulso misionero, siendo ellas mismas protagonistas del anuncio del Evangelio para aprovechar intensamente esta hora de gracia sin dejar de implorar y vivir un nuevo Pentecostés en todas las comunidades cristianas. Este dinamismo actuante del Espíritu debe despertar la vocación y la acción misionera de los bautizados detonando un clima que aliente todas las vocaciones y ministerios que el Espíritu da a los discípulos de Jesucristo en la comunión viva de la Iglesia.
La Iglesia debe, así, salir al encuentro de las personas, las familias, los niños, jóvenes y ancianos, las comunidades y los pueblos alejados para comunicarles y compartirles el don del encuentro con Cristo, que ha llenado nuestras vidas de sentido, de verdad y amor, de alegría y esperanza.
En este contexto eclesial y bajo la mirada misericordiosa del Padre, la Arquidiócesis de Tuxtla se dispone a recibir a miles de misioneros que quieren transmitir y compartir la alegría del Evangelio.
El Congreso Nacional Misionero es un instrumento que la Iglesia en México, a través de la Dimensión Episcopal de Misiones y de las Obras Misionales Pontificio Episcopales de México, ha promovido para animar y formar la conciencia misionera del pueblo de Dios y su responsabilidad para con la misión de la Iglesia universal.
El Congreso Nacional Misionero constituye una ocasión muy propicia para iniciar o fortalecer procesos misioneros y para delinear proyectos que enfaticen la importancia de una pastoral misionera con la finalidad de formar una clave misionera que sea capaz de revitalizar toda la vida pastoral de la Iglesia.
Las ciudades sede donde se ha realizado el CONAMI son las siguientes: Guadalajara, 1941; Puebla, 1947; Monterrey, 1952; México, 1959; Guadalajara, 1996; San Luis Potosí, 1972; Torreón, 1977; Tlaxcala, 1983; Toluca, 1987; Tijuana, 1990; León, 1995; Morelia, 2001; Mérida, 2005 y Lázaro Cárdenas, 2010.