Por Antonio MAZA PEREDA | Red de Comunicadores Católicos |

Si Usted, como muchos mexicanos y en particular políticos y empresarios, estuvieron escuchando el discurso de Trump en su toma de posesión, posiblemente le haya quedado una situación de mayor incertidumbre. Y no lo culpo.

El presidente Trump, como muchos políticos, es más claro en cuanto a qué quiere lograr que en cuanto como lo quiere lograr, con pocas excepciones. No es fácil de entenderle, en parte porque hay bastante vaguedad y hasta contradicciones en sus propuestas. De modo que aquí probablemente haya encontrado usted más dudas que soluciones. Pero creo que es valioso tener claras las dudas, para poder escoger cuales son los aspectos en los que debemos clarificar nuestras ideas y empezar a pensar nuestras reacciones ante este fenómeno llamado Donald Trump.

Probablemente su rasgo dominante es el aislacionismo. Un tema muy presente en los EEUU. Aunque la nación siempre ha intervenido en otras naciones, militar o comercialmente, siempre ha habido una parte importante de la población que no lo ve como algo deseable. El papel de primera potencia y gendarme del mundo, no es del gusto de todos. Ese es uno de sus mensajes fuertes: voltear hacia adentro, no ayudar a otras naciones, no contratar a extranjeros, comprar solo lo hecho en EEUU, concentrarse en su desarrollo económico, no apoyar el desarrollo de los demás.

La apertura de EEUU no ha sido necesariamente mala para ellos: es un hecho que los EEUU ha ayudado a otros, pero también que eso le ha generado mercados e influencias que le han convenido. El producir fuera de EEUU ha destruido empleos, pero ha mejorado su nivel de vida al tener productos más accesibles. Si, por poner algunos ejemplos, los estadounidenses tuvieran que comprar televisiones y smartphones hechos 100% en EEUU, ensamblados en su nación con mano de obra nacional y con componentes totalmente fabricados ahí, sus precios estarían mucho más altos y esos productos no serían competitivos internacionalmente.

Desgraciadamente, como uno de los clientes y proveedores más importantes de EEUU, su aislacionismo nos pega directamente y de un modo relativamente rápido. Y el efecto será de largo plazo.

Ante estas actitudes del Señor Trump, hay que tener una idea clara de cómo debemos reaccionar. Hay que superar el enojo y la incertidumbre, dejar de preocuparnos y empezar a ocuparnos. No pretendo dar recetas, pero si algunos puntos para reflexionar.

Para comenzar, hay que tener claro que el Sr. Trump no acepta las reglas. En su discurso y en sus amenazas, ofrece cosas sin considerar que no tiene total libertad en un sistema de balances y límites, como es el de los EEUU. Actúa como si fuera el dueño de una empresa, que siempre tiene la última palabra. También desprecia los controles externos, como lo demostró al reconocer que evade impuestos siempre que puede evitar los problemas. Es muy probable que trate de hacer lo mismo con los controles que le intente poner el Congreso, tratará de gobernar por decreto siempre que pueda y tratará de evadir los convenios internacionales. Con las presiones que está llevando a cabo amenazando con impuestos del 35% a nuestras exportaciones, está pasando por encima de su Congreso, quien aprueba los impuestos y también del tratado con la Organización Mundial del Comercio, en donde EEUU ha aceptado no poner barreras arancelarias. Y no le ha importado.

La mentalidad de Trump sobre la economía, es que se trata de un juego de suma cero. Para que a EEUU le vaya bien, a otros les tiene que ir mal. No entiende el concepto de sinergia que en este caso significa que si los aliados comerciales aportan sus mejores puntos fuertes, el resultado es que a ambos les irá mejor y lograrán prosperidad para todos. Por cierto que hay economistas y políticos que piensan igual que Trump. De modo que, para negociar con Trump habrá que tratar de demostrar que hay beneficio para los EEUU y no confiar en que quiera apoyar a otros. Y verá las cosas a corto plazo, no a largo plazo.

En este mismo concepto, está su enfoque sobre el empleo. Si hay desempleo en EEUU es porque se van empresas a otros países, le dice a su ciudadanía. Lo que no menciona es que EEUU tiene uno de los menores desempleos entre los países desarrollados y que la mayor parte de ese desempleo viene del impacto de la tecnología al sustituir a la mano de obra. Por eso, en este momento hay una recuperación económica, aunque débil, sin una recuperación del empleo. Algo que ha ocurrido desde la Revolución Industrial. Pero la solución no es detener la tecnología, sino en crear nuevos mercados.

La solución para Europa y Estados Unidos para su desempleo y relativo estancamiento económico depende de que los países menos desarrollados crezcan y puedan ser mercados para otros países y que EEUU y Europa puedan ser más competitivos mediante desarrollar cadenas productivas con otros socios comerciales.

Para México y para otros muchos, la negociación tendrá que pasar por demostrarle el beneficio económico de colaborar con nosotros, y no será fácil. No creo que vayamos a convencerlo con manifestaciones, insultos, quebrando piñatas de Trump y mentándole la madre. Tampoco quemando banderas norteamericanas, apedreando su embajada o atacando a Wal-Mart y Starbucks. Los argumentos de lógica o de apelar a la filantropía no van a ayudar tampoco. Las amenazas, sobre todo de los países débiles, solo lograrán enfurecerlo. El único lenguaje que entiende es el de los negocios. ¿Tendrán nuestros negociadores la capacidad de demostrar con argumentos económicos y de negocios que a los EEUU les convienen ser nuestros aliados?

@mazapereda

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