Por Felipe MONROY |

Justo en el tiempo de las fiestas navideñas, la temporada trae actitudes colectivas de renovado compromiso con la generosidad, solidaridad y restauración. Aún en las sociedades o culturas más secularizadas es de bien nacidos desear el bien, hablar de la bondad y obrar correctamente en estas fechas.

Son, sin embargo, las comunidades religiosas las que tienen aún más compromiso frente a este espíritu colectivo y, en realidad, no defraudan. En este diciembre, la Fundación Pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada-México lanzó su campaña para acompañar a las personas que fueron afectadas por los desastres naturales de septiembre y, al mismo tiempo, recaba ayudas para la restauración de los pueblos en Irak.

Esta fundación católica provee refugio temporal a mexicanos desplazados y da acompañamiento espiritual y emocional muy especialmente a las comunidades que perdieron sus capillas o templos dañados por los sismos de septiembre; y, al mismo tiempo, reúne fondos para el sostenimiento de religiosas misioneras, la reconstrucción de casas destruidas en Nínive y el sostenimiento alimenticio para niños desplazados por la guerra en Medio Oriente.

“Se hace fuera de casa lo que se enseña dentro”, parece ser la motivación y el mensaje que quiere dar aquella fundación. No son los únicos católicos que se comprometen doblemente en estas fechas: parroquias y comunidades religiosas hacen un esfuerzo extra al finalizar el año, quizá porque el frío desnuda las dolorosas realidades que padecen millones de personas o porque la conclusión de año exige un balance de nuestros errores y nuestros servicios realizados por el prójimo.

Los católicos no son los únicos que toman una actitud de mayor entrega en estas fechas. La comunidad musulmana en México, particularmente la que cuenta con presencia en Chiapas, robusteció su estrategia de ayuda humanitaria en las zonas devastadas por los terremotos de septiembre. Además de la reconstrucción de algunos centros de enseñanza del Corán, algunas comunidades islámicas mexicanas junto a la organización mundial Muslim Hands United for de Needy con sede en Inglaterra, relanzaron su campaña de asistencia humanitaria en las zonas del sureste mexicano destrozadas por los terremotos. La organización ha tenido conflictos en el pasado, pero en este rubro humanitario hay esfuerzo para atender comunidades vulnerables.

Por su parte, la presidencia del Área México de la Iglesia de los Santos de los Últimos Días (mormones) presentaron su informe de asistencia humanitaria en el 2017 y se abrió un capítulo especial para continuar con el servicio en México: “Los miembros visitaron las regiones afectadas por los terremotos… consolaron a los miembros y los alentaron a prestar servicio a sus vecinos. Las donaciones económicas de los fieles de esta iglesia crecieron en septiembre cuatro veces más que el promedio mensual”. Los fondos ayudaron a México y la hermana Jean Bingham adelantó que se continuará con la ayuda.

De manera particular, las iglesias evangélicas y cristianas también han aportado según sus posibilidades y en estas fechas organizan bazares, cenas y donaciones para aportar un poco de auxilio social y humanitario.

Como dice la Fundación ACN, la ayuda navideña de las iglesias y los creyentes no tratan sólo de poner ladrillos sino de reconstruir vidas y devolver vida a las comunidades. Es parte de las responsabilidades humanitarias que tienen los creyentes en medio del dolor de sus semejantes: compartir la esperanza, reconstruir el tejido social y permitirse crecer mientras se abajan a estas realidades terrenas.

@monroyfelipe

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