Por Silvia Del Valle @SilviaMdelValle @ smflorycanto
PRIMERO: No hay familias perfectas.
Debemos estar conscientes de que en todas las familias hay problemas y que esto no debe ser un motivo para dejar de vivir en familia.
Si educamos a nuestros hijos dentro de una familia y les enseñamos que podemos estar o no de acuerdo en ciertas cosas, pero siempre estamos dispuestos a dialogar, ellos sabrán solucionar los problemas cuando se les presenten.
También es necesario enseñarles a respetar a todos y sobre todo a los mayores, así sabrán que cuando se vive en familia se debe convivir en armonía y cediendo un poco cada quien.
SEGUNDO: Más vale bien acompañado.
Es un error que se piense que es mejor vivir solo o con algún animal antes que en una familia.
El hombre es un ser social y, por lo mismo, estas ideas de hacer a un lado a la familia están provocando tendencias a la depresión en niños y jóvenes, que terminan muchas veces en suicidio y en adicciones y drogas.
La familia siempre es un apoyo en la vida cotidiana y, por lo mismo, podemos contar con los miembros de la familia en las buenas y en las malas.
Y esto nuestros hijos lo deben aprender de nuestro ejemplo. Deben ver este tipo de relaciones como lo más normal porque así han crecido.
TERCERO: La mejor herencia que le puedes dar A tu hijo es un hermano.
Si Dios te concede la gracia de tener varios hijos, que no te dé pena; por el contrario siéntete orgulloso ya que Dios te ha bendecido abundantemente.
Los hermanos son súper importantes en la vida de un niño. Son los compañeros de juegos, de travesuras, de aprendizajes, de experiencias, etcétera. Un hermano puede ser el soporte y motor de la vida y en él puedes confiar a pesar de cualquier circunstancia.
Es por esto que no estoy de acuerdo con que la familia pequeña vive mejor. Hay que aceptar a los hijos que Dios te dé, sean muchos o sólo uno. Y hay que tratar de educarlos para que comprendan la importancia de vivir en familia y como familia.
Nosotros como padres debemos hacer que se aprecien y que sepan convivir entre ellos, sin fomentar competencias insanas y sin querer que todos sean iguales. Si logramos hacer que se amen y respeten y que se apoyen en las buenas y en las malas, entonces habremos logrado formar una verdadera familia.
CUARTO: Convive con otras familias.
Es muy necesario que nuestros hijos convivan y se desarrollen en un entorno favorable y que fomenten los mismos valores en los que los educamos.
Por eso es bueno tener amistades afines a nosotros y es indispensable frecuentarlas para que nuestros hijos vean que no somos los únicos que tenemos ese estilo de vida.
De ser necesario, debemos formar comunidades donde las familias se apoyen y se edifiquen unas a otras con gran caridad y objetividad. Y donde puedan convivir con niños de diferentes edades, así aprenderán a buscar el bien de los pequeños y subsidiariamente ayudarán para que así sea, sin importar si tienen que sacrificar algo de tiempo o diversión para obtener el bien común, tal como los papás hacemos con nuestros hijos.
Si nuestros hijos crecen así, verán como lo más normal la formación de su propia familia y buscarán relacionarse para encontrar a la persona indicada. De otra forma no tendrán capacidad de una buena convivencia y serán incapaces de formar una familia sana.
Y QUINTO: Educa a tus hijos en las labores del hogar.
Nadie nace sabiendo cómo se lleva una casa, pero si educamos a nuestros hijos en los deberes de casa y les ponemos una misión donde puedan practicarlas, seguro que aprenderán a ser mamás y papás de forma natural.
Si vivimos en familia y colaboramos todos para que la familia esté bien y para que todos nos sintamos cómodos en casa, estaremos marcando un estándar de vida para nuestros hijos y los estaremos formando para ser los papás y mamás de mañana, con gran capacidad de adaptación y con una creatividad inmensa para sacar adelante su propia familia, con valores y principios y con la prioridad de ser una familia unida, porque así han vivido ellos aunque esto ya no esté de moda.
La familia es la primera escuela y la primera iglesia, y es el lugar donde mejor se desarrollan las capacidades de sus miembros gracias al amor. Que todo sea para la máxima gloria de Dios.
Publicado en la edición impresa de El Observador del 8 de julio de 2018 No. 1200