Los jóvenes, cuyas raíces son mexicanas, evangelizan a menos 20 grados centígrados durante nueve meses: dan de comer a vagabundos, visitan ancianos, forman a otros jóvenes y juntos rezan el Rosario y viven los sacramentos

Por Chucho Picón

En Anchorage, Alaska, viven más de 25 mil hispanos. Algunos tienen su origen en los Altos de Jalisco, México, como la familia Gallo, que proviene de esta región y que migró hace más de 25 años a América del Norte buscando nuevas oportunidades.

Todo empezó con el sueño de uno de ellos de abrir una taquería, a la que nombró «Gallo» y que hoy cuenta con más de diez sucursales en esa ciudad de Alaska. Con el tiempo y con el crecimiento de las taquerías «Gallo» tuvo que emplear a familiares: hermanos, tíos y sobrinos mexicanos de Jalisco. Es así como el día de hoy la familia Gallo es muy conocida por ser numerosa.

Los hispanos de segunda generación, nacidos en suelo de Anchorage, tienen profundas raíces de Jalisco, costumbres y tradiciones que no se han perdido ni diluido con el tiempo a pesar de la lejanía.

Pero también han heredado la fe católica, con la que sus padres migraron. Migraron con su fe en la Virgen de Guadalupe y su profunda fe en Dios, y así  lograron transmitirla a sus hijos nacidos en suelo estadounidense.

¿Qué hacen los jóvenes católicos en Anchorage, Alaska?

Cynthia Gallo, coordinadora del grupo juvenil «Caminando con Cristo», nos comenta cómo los jóvenes hispanos católicos tienen que pasar nueve meses del crudo invierno recluidos en sus casas, escuelas, centros comerciales y en instalaciones que los protegen de los menos 20 grados centígrados; algunos también la pasan en los templos católicos.

Los largos meses los viven también en actividades recreativas como el boliche o el cine, pero han encontrado un refugio, un escape en el grupo juvenil donde se forman doctrinalmente y conviven con sus hermanos de comunidad cantando, bailando, alabando y realizando adoraciones eucarísticas, así como también participando de todos los sacramentos.

Pero estos jóvenes no sólo se quedan en lo cómodo de las instalaciones; Cynthia Gallo nos cuenta cómo se organizan para preparar comida y llevarla a los homeless (personas sin hogar). Además de que tienen la misión de ir a los asilos de ancianos a llevar esperanza y alegría, mucho de ello siguiendo el pedido del Papa Francisco de salir a las periferias congeladas y armando lío con sus cantos y gritos que alaban a Dios.

Cynthia nos comparte que una de las más grandes devociones de los católicos en Archorage es la Virgen de Guadalupe; han encontrado una fuerza espiritual en el rezo del Santo Rosario y lo rezan de forma activa y viviente con los demás ministerios religiosos.

Cada año durante el verano, Cynthia, junto a su prima Dayana y los demás coordinadores, se preparan para formarse y capacitarse para estar listos y tener material educativo que pueda formar a todos los jóvenes a lo largo de los nueve congelantes meses del siguiente año.

Ante la campaña de deportaciones desatada en la actual administración estadounidense, Cynthia manda un mensaje a los migrantes que habitan en territorio de la Unión Americana:

«Desde Anchorage, Alaska, les decimos a todos nuestros hermanos que no caigan en el miedo; Dios está en todas partes, Él nunca nos abandona, no pierdan la fe; si Dios está contigo, nadie contra ti. Todo lo que está pasando y sucediendo es para aprender y estar unidos más a Dios; Dios tiene un plan perfecto, Dios no se equivoca».

Publicado en El Despertador Hispano

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