Ahora los niños tienen nuevos desafíos y los principales son las manifestaciones psicológicas como la hiperactividad o duelos por la separación de los padres
Por Sergio Estrada
Brindar las herramientas necesarias, de acuerdo con las diferentes problemáticas que se viven hoy día en las situaciones familiares de la niñez, para tener una respuesta integral en asistencia humana de los agentes de la pastoral catequética y entender a los niños que llevan a cabo su proceso de formación espiritual para la recepción de los sacramentos, fue el propósito del taller de desarrollo psicológico infantil y manejo de grupo para catequistas, realizado el 16 julio en la Pontificia Universidad de México.
«Estos talleres ayudan mucho a los agentes de la pastoral catequética en los aspectos psicológicos y humanos para el desarrollo de trabajo con grupos de niños, debido a que ahora los infantes tienen nuevas maneras de comportarse.
«Ahora se tienen nuevos desafíos y los principales son las manifestaciones psicológicas; por ejemplo, la hiperactividad, otros con déficit de atención y otros que están viviendo duelos por la separación de los padres y esta situación es detectable por los agentes de evangelización y es por eso que se debe dar mejor preparación para poder dar mejor atención y entender mejor el Evangelio», compartió el licenciado Cesar Pérez Padilla, encargado de la coordinación de la Formación de Agentes Laicos para Acciones Específicas de la Arquidiócesis de México (CEFALAE).
Comentó que los principales obstáculos que enfrentan los catequistas son la actualización en los temas psicológicos y pedagógicos, debido a que los problemas de comportamiento de los niños son diferentes, ahora vienen con problemas familiares.
La familia es la primera educadora de los niños
En este aspecto, el maestro Pérez subrayó la necesidad de que, ante los problemas psicológicos de los niños, los primeros que deben enfrentar estas necesidades son los padres de familia, así como los hermanos. Dentro de estos cursos se les da a los padres instrucciones de manera sistemática, pero respetando los procesos familiares para tener respuesta de cambio y variar el entorno del niño, pero estos cambios deben venir desde las familias.
Destacó que es muy necesaria la educación en la familia, ya que el proceso de catequesis es que los niños tengan un encuentro con Cristo en la etapa kerigmática y la vivencia de la fe, y posteriormente la preparación para recibir los sacramentos y se necesita que las familias entren en estas dinámicas, ya que para muchos papás el sacramento es el fin y no el medio de vivencia de la fe, es decir que cumplen con el sacramento y creen que ya es todo. Sin embargo, apenas comienza la vivencia de la fe para toda la vida del niño.
Invitó a los padres de familia a que, después de las catequesis y la recepción del sacramento, se continúe con esta educación cristiana haciendo un trabajo evangelizador que vaya de acuerdo con las familias aprovechando la catequesis infantil, pero también la misión para que se tenga un trabajo con la familia.
Situaciones geográficas para catequizar
En este rubro, el coordinador de cursos de catequistas explicó que existen sectores por situaciones geográficas donde se vive un alto índice delictivo y es riesgoso para los niños: «También hay zonas marginadas y de extrema pobreza y las parroquias dan respuesta con base en las necesidades de la realidad».
Publicado en la edición impresa de El Observador del 29 de julio de 2018 No.1204