Lupita Luna Pérez es una mujer peregrina al Tepeyac desde hace 15 años, originaria del municipio de Ezequiel Montes, casada y madre de tres hijos. Conversó con El Observador de la Actualidad sobre su experiencia peregrina hacia los pies de la Virgen de Guadalupe. Su caminó lo inició a los 15 años de edad, acompañada de una fuerza espiritual y de largas jornadas de caminar que la han llevado al agradecimiento ante la Madre Dios. A sus 37 años dice no cansarse de visitar la casa de su Madre Guadalupana
Por Mary Velázquez Dorantes
¿Cómo das el primer paso para ser peregrina Guadalupana?
Mi familia es católica, desde niña me enseñaron una devoción inmensa por la Virgen de Guadalupe. Mi mamá fue peregrina hasta donde una enfermedad se lo permitió. Luego de eso mis vecinas me animaron a caminar desde Higuerillas; ellas, con su fe, desde la Sierra Queretana me animaron a llegar hasta el Tepeyac. Desde ese momento maravilloso donde inicié un encuentro de fe no he dejado de visitar a la Madre de Dios.
¿Cómo has vivido tu peregrinar?
Es un gusto enorme que no se puede explicar. No encuentro un nombre específico sobre la satisfacción que uno siente al ir caminando hasta llegar a los pies de la Virgen de Guadalupe. Mi Guadalupana me ha regalado enormes bendiciones durante estos 15 años de caminar con fe, bendiciones en mi familia, mi trabajo, mis amigos, en las personas y situaciones que me rodean. Ahí está Ella. Es una experiencia única, donde cada peregrina la vive de forma individual. Por mi parte, el cansancio no desaparece la fe que tengo hasta llegar al encuentro con mi Madrecita.
¿Cómo sigues adelante luego del cansancio?
Cuando el cansancio llega, pasa todo: hay sueño, hay dolor, la ropa o los zapatos no ayudan; sin embargo, la fe en ese momento es milagrosa para llegar a la meta. Yo me motivo ofreciéndole mi caminar a la Virgen. Es un momento de conversión a la vida espiritual, convertir tu corazón, convertir tu persona para aumentar en fe a Dios y a la Virgen. Cuando me preguntan por qué me hice peregrina les respondo que es el sacrificio más grande y la devoción más bella que hay para la Virgen por todo lo que Ella nos da a nosotros, a nuestro país, porque Ella está ahí para nosotros siempre, la Virgen está a nuestro lado en todo momento de nuestra vida diaria. Desde tiempo atrás busco a Dios, me confieso, rezo los rosarios, canto y alabo a Dios. El día a día de la peregrinación exige la fe de saber levantarse, seguir cada meta hasta llegar al final.
¿Cuáles han sido los frutos de la peregrinación?
Mi Madre realizó un milagro en mi segundo hijo. Fue prematuro y tenía graves complicaciones. Le pedí mucho porque me dejara ver a mi niño sano y se lograra. El milagro fue visto claramente e inmediato. Hoy mi hijo tiene 7 años y sé de corazón que la Virgencita fue quien me ayudó a tenerlo conmigo. Yo siempre le pido ayuda a la Virgen. En este año sentía que no podía llegar y su respuesta fue de fuerza, una energía que te da, incluso para caminar doble jornada. Es una forma de operar milagrosamente por parte de Ella.
Creo que todos los peregrinos tenemos un objetivo y creo que la Virgen nos ayuda de forma milagrosa a todo lo que le pedimos. Son jornadas largas y pesadas, por eso siempre pido mantenerme en la fe, ofreciendo mi jornada por mi familia, por lo que tengo. Yo siempre le pido a la Virgen que nos aliente a ser católicos guadalupanos.
Publicado en la edición impresa de El Observador del 29 de julio de 2018 No.1204