De la placa conmemoriativa, dejada en la Luna en 1969, a la realidad actual
El Eagle, es decir, el módulo con el que los astronautas alunizaron por primera vez, llevaba sujeta a la escalerilla una placa de acero inoxidable, que fue dejada en el satélite natural para conmemorar la increíble hazaña.
En la placa se lee lo siguiente:
«Aquí, hombres procedentes del planeta Tierra pisaron por primera vez la Luna. Julio de 1969 d.C. Vinimos en paz, en nombre de toda la humanidad».
Están también grabados los nombres y firmas de los tres tripulantes de la misión Apolo 11 ((Neil Armstrong, Michael Collins y Edwin E. Aldrin, Jr.) y del que en ese momento era el presidente de los Estados Unidos, Richard Nixon.
Y sí, fue en son de paz porque los astronautas, al descender a la Luna, no declararon de parte de su país que tomaban posesión de ella y la incorporaban a los territorios de los Estados Unidos de América. Eso habría creado nuevos escenarios de guerra, y quién sabe qué tanto daño habría habido en las siguientes décadas.
Las cosas ya estaban muy mal en la Tierra; tenía pocos años de ocurrida la «crisis de los misiles en Cuba», por la cual los estadounidenses se habían sentido seriamente amenazados, y con ellos el planeta entero, pues nunca estuvo tan cerca una guerra nuclear mundial como entonces. Así que nadie quería calentar las cosas de nuevo, y el gobierno de Estados Unidos tuvo la prudencia de contenerse.
Además es probable que las autoridades estadounidenses de aquella época tuvieran alguna convicción moral acerca de que ni su país ni ningún otro tenía el legítimo derecho a apropiarse de territorios extraterrestres.
Pero las cosas han cambiado. Así, en 2015, el presidente Barack Obama firmó el US Commercial Space Launch Competitiveness Act, o «Ley de Competitividad de Lanzamiento de Espacio Comercial de Estados Unidos», según la cual los ciudadanos estadounidenses tienen el derecho a «participar en la exploración comercial y la explotación de recursos espaciales», lo que incluye agua y minerales.
El derecho no se extiende a la vida biológica, por lo que todo lo que está vivo no puede ser explotado comercialmente.
Pero aunque la citada ley afirma que «los Estados Unidos no afirman la soberanía o los derechos soberanos o exclusivos o la jurisdicción sobre la propiedad de cualquier cuerpo celeste», diversos analistas argumentan que aquel país, al reconocer la propiedad de los recursos espaciales, está ejerciendo un acto de soberanía, con lo cual viola el «Tratado sobre el espacio ultraterrestre», firmado por él en 1967 junto con el Reino Unido y la Unión Soviética, y que a partir de abril de 2018 son parte de dicho acuerdo un total de 107 países, incluyendo a China.
El tratado prohíbe el uso militar y bélico de la órbita de la Tierra, la Luna o cualquier otro lugar del espacio exterior, limitando su uso a fines pacíficos; establece que la exploración del espacio será en beneficio de todos los países, y que el espacio deberá ser libre para su exploración y uso por todos los Estados.
Redacción
Tema de la semana: El hombre pisa la luna
Publicado en la edición impresa de El Observador del 22 de julio de 2018 No. 1202