Por Fernando Pascual
Decir que un libro que defiende el racismo tiene miles de lectores será, tristemente, verdad. Pero una verdad selectiva, porque seguramente ese libro tendrá millones de opositores.
Decir que un político del partido A es «polémico» será verdad (muchos políticos provocan polémicas). Pero no decir lo mismo de otro político del partido B es una forma sutil de manipular a los lectores.
Decir que una propuesta católica es discutida reflejará lo que ocurre. Pero ocultar que esa misma propuesta tiene importantes razones a su favor se convierte en un modo sutil de engañar a lectores incautos.
Existen cientos de formas con las que se busca manipular a la gente. Una de ellas consiste en ofrecer verdades selectivas, en indicar solo un aspecto de la realidad al mismo tiempo que se ocultan otros que permitirían tener una perspectiva más completa.
Los tres ejemplos señalados aquí muestran este tipo de actuaciones, muy comunes en medios de comunicación, en blogs de Internet, incluso en conversaciones entre amigos.
El fenómeno de seleccionar solo un aspecto de la realidad que interesa mientras se oculta lo que desagrada es tristemente «normal». Porque a la gente le gusta acumular datos a favor de sus ideas, y siente cierto disgusto ante otros datos que puedan contrariarlas.
Este fenómeno puede ser curado en parte si adquirimos un sano espíritu crítico, si identificamos a quienes abusan de las manipulaciones para no prestarles atención, y si promovemos y dialogamos con quienes tienen mentes abiertas y equilibrio a la hora de mirar los hechos en su integridad.
Un político acaba de pronunciar un discurso. Empieza la polémica. Si dejamos a un lado el interés por descalificaciones que no ayudan y vamos a fondo a los argumentos usados por ese político, encontraremos un modo sano para señalar lo que sea erróneo y para aprovechar lo bueno de sus propuestas en vistas a emprender un fecundo debate social.