Por José Francisco González González, obispo de Campeche
El evangelio de San Marcos 10,35-45 siembra, en abundancia, enseñanzas novedosas para los seguidores de Jesús, en esta ocasión, son los apóstoles los que, precisamente, están siguiendo a Jesús por el camino.
Mientras van “por el camino”, podemos entender, “por el camino de la vida”, dos discípulos toman la delantera y le solicitan a Jesús un favor. La cortesía consiste en que los siente a su lado (a la derecha e izquierda) cuando esté en su reino.
Ellos estaban convencidos que ir a Jerusalén, para Jesús, consistía en sentarse en el trono del rey. Santiago y Juan ambicionan el cetro y el trono. Jesús les responde: No saben lo que piden. Con eso les señala su falta de sabiduría y su docta ignorancia. El Reino de Jesús, en efecto, no es temporal. Ese Reino supera a todo entendimiento humano.
Juan Crisóstomo lo comenta así: “No saben [los apóstoles] lo que piden, porque ellos hablan de honores; en cambio, Jesús les habla de fatigas, de luchas”. El Maestro, pues, les quiere ubicar: no estamos en el tiempo de los premios, sino de los combates, de los peligros, de las fatigas de muerte.
El diálogo continúa. Juan y Santiago son persistentes en su petición y en su falta de comprensión. Jesús les reta: “¿Podrán beber del cáliz que yo he de beber?”. En su ignorancia ellos responden que “sí”, porque entienden que Jesús habla de un cáliz material y de un bautismo o ablución, como el que hacen los judíos con agua antes de comer.
EL REINO NO ES PARA LA SOBERBIA
La historia nos confirmará que los peticionarios sí participarían del martirio de Cristo. Santiago fue degollado por Herodes. Según Beda El Venerable, Juan fue martirizado en una caldera de aceite hirviendo. No murió con ese martirio, pero después fue confinado a morir en la Isla de Patmos. Ese tipo de testimonio confesional significa “sentarse a la derecha o a la izquierda” de Jesús.
En el pasaje evangélico hay una anotación interesante. Jesús les indica que no está en su ámbito de decisión el concederles el favor solicitado. El favor pedido no tiene respuesta afirmativa porque son soberbios. Los puestos principales, en la dinámica del Nuevo Reino, son para los que se bajan, los que se humillan, los que viven la ‘kénosis’, porque en los nuevos perfiles de los verdaderos seguidores de Jesús, “los últimos serán los primeros, y los primeros, los últimos”.
LA GRANDEZA ES HUMILDAD
Los otros diez, al enterarse de la reprimenda que les da el Maestro, fijan postura de acentuada indignación. Antes del regaño también ambicionaban puestos de honor, como se verá unas líneas más adelante en la redacción del relato. En otras palabras, después de la llamada de atención a los dos más atrevidos, los diez quieren dar apariencia de virtud y probidad.
Jesús, pues, los llama a todos. Les va a dar una lección magistral: El buscar honores y primeros lugares es tendencia de los mundanos, de los que no tienen fe en la providencia de Dios. En cambio, los que quieran integrar la nueva comunidad de los seguidores de Jesús, ese proceder no será más. Ahora, el que quiera ser el más honorable, deberá convertirse en el más recatado servidor de todos. Para llegar a lo más alto de la virtud, el camino es la humildad, no el poder.
¡Señor, haz de nosotros discípulos tuyos!