P. Fernando Pascual
En numerosos libros y artículos, los historiadores destacan cómo decisiones orientadas a obtener un resultado concreto provocaron, contra la previsión de los gobernantes o militares, el resultado opuesto.
Imaginemos dos casos. Un gobierno está involucrado en una guerra costosa. Falta dinero. Después de un consejo de ministros, se aprueban nuevos impuestos sobre la industria, la alimentación y el transporte.
De modo espontáneo u organizado, las empresas y la gente sencilla empiezan a desarrollar una economía sumergida e ilegal para eludir los impuestos. Con el pasar de los meses, el gobierno constata con desconcierto que los ingresos han disminuido…
Segundo caso: una situación de delincuencia organizada provoca graves daños en la seguridad pública. Algunos mandos policiales, con el acuerdo tácito de las autoridades, inician una represión agresiva e indiscriminada. Como consecuencia, una buena parte de la población deja de colaborar con la policía y el caos aumenta exponencialmente…
Se podrían poner muchos otros ejemplos, y es fácil encontrar en artículos y libros de historia situaciones parecidas sobre hechos en tiempos de guerra o de paz, sobre planes económicos o sobre nuevos sistemas educativos, etc.
Este tipo de situaciones muestran una problemática que afecta al ser humano en todos los niveles, personal, familiar, local, nacional o internacional: los planes y las decisiones no controlan todas las variantes que producen luego resultados inesperados.
Afortunadamente, ocurre que una decisión mal tomada, incluso orientada explícitamente a producir daños, genera un resultado bueno, lo cual deja espacio a situaciones sorprendentemente beneficiosas…
Pero también ocurre que aquella decisión que había generado tantas esperanzas y que permitió unir esfuerzos en vistas a mejorar las cosas, con el pasar del tiempo muestra su debilidad y provoca resultados dañinos que duran meses e incluso años.
La buena historia, la que evita manipular y la que está abierta a todos los datos asequibles, permite constatar la frecuencia de este fenómeno y las paradojas llenas de misterio de los avatares humanos.
Para quienes cada día tomamos decisiones, en lo pequeño o en lo grande, tener presente lo anterior nos invita a evaluar bien cada nuevo proyecto de importancia para orientarlo hacia buenos resultados. No siempre se alcanzarán, pero al menos habrá menos errores y la suficiente prudencia para corregirlos tempestivamente.