Por P. Fernando Pascual

Levantarse antes o después. Atender a tiempo ese dolor de garganta o dejarlo para más adelante. Limpiar el suelo o dedicarse a ver “noticias” en Internet.

Cada elección empieza algo nuevo en la historia humana. En la mayoría de las ocasiones, parecerá algo insignificante. En otras, se ven con claridad las importantes consecuencias de ciertas elecciones.

Luego, empiezan a cruzarse hechos y personas según lo que cada uno había elegido anteriormente. Los resultados, en ocasiones, son sorprendentes.

Aquella persona que madrugó tuvo un encuentro decisivo para su vida que le llevó a fundar una familia. En esa familia nacería luego un médico que salvaría muchas vidas. Una de esas vidas salvadas llegaría a ser presidente.

Desde lo pequeño y desde lo grande, las decisiones preparan encuentros, solucionan problemas, empiezan crisis, alivian a enfermos, desencadenan incendios.

Mientras, cada uno sigue su camino, sin sospechar lo que las decisiones de hoy van a producir en la propia vida y en la vida de otros, cercanos o lejanos.

La historia real, la que no cabe en los libros, está compuesta de hechos surgidos desde las incontables decisiones de los humanos. Luego habrá quienes busquen comprender los hechos, pero sin llegar nunca a descifrar qué decisiones concretas llevaron a esa derrota de un ejército o a ese enriquecimiento de todo un país.

En los cruces de la historia, unas personas se saludan, otras se despiden, otras empiezan una carrera y otras ingresan en un hospital porque acaba de dar inicio una enfermedad que se alargará varios meses.

Al final de tantas decisiones y tantos resultados, sabemos que hay un Padre que nos espera, que acoge a quienes han buscado amar y se han dejado perdonar, y que consigue comprender, porque es Dios y todo lo puede, el sentido profundo de todo lo surgido desde esa misteriosa red de hombres y mujeres libres y responsables que toman, cada día, nuevas decisiones…

 

Imagen de PublicDomainPictures en Pixabay


 

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