Nuncio apostólico Franco Coppola

Una de las cosas que me llamó la atención cuando comencé a pensar en México, cuando el Papa me propuso ser el nuncio, es que siendo éste un país con tanta población católica, con una fe tan poderosa, tan presente, que se ve y que se siente, al mismo tiempo fuera un país con contradicciones terribles.

Es el segundo país después de Siria con más asesinatos, aunque Siria está en guerra, por lo que México es el primer país del mundo que no está en guerra donde hay más ase- sinatos. Y también diferencias sociales terribles; yo vengo de África, y allí yo no vi ni percibí que hubiera personas que murieran de hambre; personas que estuvieran mal alimentadas, sí, porque comían lo que podían arrancar de los árboles, de la naturaleza; pero nunca me he encontrado allá con el problema de morir de hambre. Aquí, en México, sí.

Hay una gran ciudad en México, no digo cual, donde el obispo y el alcalde, dos autoridades diferentes, coincidieron en decirme que en sus hospitales cada tres días una persona muere de hambre. Aquí, en México.

Pienso que tenemos mucho que hacer. Seguramente es un país con una gran religiosidad, pero esta religiosidad tenemos que pasarla en la vida, y, como el Señor dijo, «Yo he venido para que tengan vida». El testimonio de cada cristiano del 80% que se dice católico en México debe ser difundir vida, dar vida.

TEMA DE LA SEMANA: DE CARA A LOS PRÓXIMOS SEIS AÑOS

Publicado en la edición impresa de El Observador del 2 de diciembre de 2018 No.1221

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