El panorama de la dependencia emocional es abrumador en el mundo actual. El rechazo, la indiferencia, la violencia verbal, son los fantasmas de una denominada ceguera emocional que azota a los jóvenes quienes buscan tener pareja.
Por Mary Velázquez Dorantes
El 25% de las jóvenes entre los 16 y 19 años reconocen que su novio las controla. Algunos han llamado a esto una enfermedad emocional que arrasa con la seguridad de las personas, genera desequilibrio social y anula a la persona en todas sus dimensiones.
Los «adictos» al amor son el germen de la dependencia emocional. Ellos representan un tercio de las parejas en el mundo. El 49% de los casos termina en un tipo de violencia explícita.
Las relaciones sentimentales están siendo observadas para ser atendidas y curadas; la admiración, el afecto, la confianza y el respeto salen huyendo cuando se manifiesta una depen- dencia emocional; las redes sociales, los medios de comunicación y las exigencias económicas son factores que están destruyendo los afectos de las personas. Algunos se convierten en inestables emocionales y son infelices en todos sus círculos.
Las redes sociales y la tecnología están aumentado las dependencias emocionales, siendo las mujeres el foco más vulnerable de los escena- rios. Los consultorios psicológicos se están llenando de jóvenes de 16 años quienes manifiestan una depen- dencia emocional provocada por las redes sociales.
UNA PROFUNDA RAIZ
En la escala de bienestar psicológico son las mujeres quienes presentan más insatisfacción con respecto a sus relaciones de noviazgo. La dinámica emocional apunta que el 76% de los jóvenes mexicanos entre los 15 y 24 años de edad ha sufrido episodios de dependencia emocional, lo que les provoca ser víctimas del chantaje emocional, la sensación de soledad y tristeza, dificultades en su autonomía y el hecho de considerarse abandonados.
En muchas de las situaciones la dependencia emocional es confundida con el apego; no obstante, se trata de un nuevo fenómeno en el que la persona deposita su estructura y su seguridad en el otro. En la mayoría de los casos está relacionada con el novio o pareja. El miedo a perder al otro los sumerge en la sensación de abandono total, acompañado de autoengaño, soledad, falta de toma de decisiones y el hecho de no querer asumir responsabilidades. La dependencia emocional es tan adictiva como la dependencia de alcohol o drogas. La destrucción emocional es comparada con una telaraña, con una tarea titánica para poder desprenderse de ella.
SUFRIR Y HACER SUFRIR
La persona dependiente sufre al mismo tiempo que hace sufrir. Las re- laciones afectivas se vuelven destructivas porque laceran a los involucrados. Cuando se está en una situación así, víctima y victimario no crecen emocionalmente. La mayoría de las situaciones se presenta en el noviazgo, manifestando síntomas como actitud servil, aislamiento, inseguridad, violencia verbal y física.
El surgimiento de las tecnologías y el boom de las redes sociales se han catapultado como una fuente de demencia emocional, dado que a través de ellas existe un mayor control sobre la otra persona.
Cuando se alimentan estas plataformas, lo que se está buscando por parte del dependiente emocional es ser aprobado por la pareja; si esto no llega a suceder, se generan creencias de una relación inestable.
El 91% de los noviazgos en el mundo tiene una red social. Las plataformas de redes son el lugar donde más jóvenes «viven» su relación de pareja. Cada uno de ellos traslada sus fantasías a estas plataformas y la mayoría de ellos sufre por los contenidos que son publicados por parte de quien sostiene o sostuvo con ellos una relación afectiva.
LA EXCLUSIVIDAD SENTIMENTAL
Un dependiente emocional no solo refleja sus problemáticas con su pareja, sino que se trata de un reflejo en todos los sentidos. El problema puede surgir en el noviazgo y proyectarse en otros entornos, como los familiares y laborales. En la búsqueda constante de la aprobación se busca escoger a personas ególatras y narcisistas para sentirse «cómodo». Los jóvenes encuentran en la tecnología el nuevo entorno para sus relaciones interpersonales. Su dependencia emocional es reflejada en sus redes sociales. La presencia de estos nuevos modos de vida genera una intolerancia a la soledad, se vive a la sombra de un amor que está conectado.
La mayoría de los jóvenes se están enganchando con personas cuyo vínculo es obsesivo, mientras todos sus actos se vuelven angustiosos, dañinos y sin la capacidad de disfrute de la vida. La famosa exclusividad sentimental está creando vacíos existenciales que provocan el desprecio a la persona humana, y la búsqueda de un «alguien» que llene al otro.
Publicado en la edición impresa de El Observador del 9 de diciembre de 2018 No.1222