Sin estas leyes no es posible el pleno ejercicio de la libertad de culto
Cuernavaca (Agencia Fides) – La Iglesia espera que el nuevo gobierno cumpla poniendo en el centro de las llamadas leyes secundarias aquellas que garantizan la plena libertad religiosa. La libertad religiosa efectiva «es una cuestión de justicia, de la búsqueda del bien del pueblo mexicano», explica a Fides el obispo de Cuernavaca, Ramón Castro, quien recuerda la historia pasada de sufrimientos y problemas que marcó la relación entre la Iglesia y la política.
Monseñor Ramón Castro explica que en el pasado «los representantes del Estado mexicano han intimidado a algunos obispos que amenazan con bloquear el proceso de redacción de leyes secundarias», aquellas destinadas a hacer operativa la reforma del artículo 24 de la Constitución, que en 2011 restableció la plena libertad religiosa en México.
Desde 1926, el país fue víctima de una «guerra civil y una cruel persecución religiosa con ataques a templos y asesinatos de sacerdotes, religiosos y religiosas». Sin estas leyes, -asegura-, no es posible el pleno ejercicio de la libertad de culto, ya que las manifestaciones de fe como la educación católica o la transmisión de contenidos religiosos en la televisión o la radio están limitados por un vacío legal.
El obispo habló recientemente de este asunto tras el cambio de gobierno: «Hace aproximadamente dos años estaba apoyando una marcha de protesta desde la sede de mi diócesis, Cuernavaca, en la Ciudad de México para denunciar una grave situación de injusticia política y económica en nuestro estado, junto con el rector de la universidad, el presidente del ayuntamiento y otros líderes. Cuando estábamos a punto de entrar en el territorio del Estado de México, el secretario de gobierno de nuestro estado (Morelos) me llamó por teléfono y me dijo que sería un error que fuera a la capital a protestar porque esta actitud podría haber bloqueado las leyes secundarias. Decidí regresar a la diócesis y luego supe que en muchas situaciones similares había habido amenazas a la Iglesia Católica. Si hacíamos algo que al gobierno no le gustara, el proceso de reforma se detenía».
Hace cinco años se había prometido a la Conferencia Episcopal la prmulgación de «leyes secundarias» y se había iniciado un proceso de consulta en esta dirección. «La Conferencia hizo todo lo que era necesario y proporcionó todas las aclaraciones solicitadas», explicó monseñor Castro. La cuestión preocupa porque no limita solo a los católicos, sino también a los cristianos evangélicos y fieles de otras religiones. La educación es un área sensible en este sentido porque las instituciones privadas no tienen subsidios de ningún tipo por parte del estado y ni siquiera es posible enseñar religión en las escuelas estatales. «Las leyes deben aclarar qué es libertad religiosa en lo que respecta a la enseñanza, queremos que sean inclusivas», señala el obispo.
México vivió desde 1926 hasta 1929 la llamada «guerra cristera», iniciada con la bendición de la primera piedra de la estatua de Cristo Rey por el Nuncio Apostólico, inmediatamente expulsado, en reacción a la Constitución laicista sancionada por el gobierno posrevolucionario.
«Fue una página trágica de nuestra historia», dice el obispo, «pero de las tierras más perseguidas han nacido nuevas semillas del reino y nuevas vocaciones». La fe está muy viva en México y la reciente fiesta de Guadalupe es prueba de ello. «Está arraigada en los mexicanos», reitera monseñor Castro, «cimentada en gran parte en Nuestra Señora de Guadalupe. Sin ella, que fue un regalo de la Providencia, México no sería lo que es».
Publicado en la edición impresa de El Observador del 30 de diciembre de 2018 No.1225