San Felipe de Jesús fue beatificado en 1627 y canonizado en 1862. Y la Iglesia determinó que su fiesta litúrgica fuera el 5 de febrero.

La celebración del protomártir mexicano comenzó en la ciudad de México en 1629, bajo la responsabilidad del Ayuntamiento y de los frailes franciscanos con Misa en un convento. En 1636 el festejo se trasladó a la Catedral, y pronto tuvo alcance nacional.

En el siglo XVIII, la proliferación de la ideología liberal masónica fue desplazando la fiesta religiosa por una conmemoración civil nacional, y utilizó al santo para promover un nacionalismo criollo, de manera que se pintó a Felipe de Jesús sobre un águila posada en un nopal.

En el siglo XIX los liberales continuaron con su plan de apropiarse de la fiesta del santo para impulsar sus intereses en favor de la independencia. Una vez lograda ésta, entre 1824 y 1825 se estuvo proponiendo en el Congreso mexicano la inclusión del 5 de febrero como fiesta nacional, pero los liberales lo estuvieron impidiendo, pues el santo ya no convenía sus intereses; aun así, en 1826 finalmente México declaró como oficial la fiesta del mártir mexicano.

Los liberales no se quedaron tranquilos; por el contrario, en adelante trabajarían para reemplazar ésa y otras fiestas cristianas por fiestas seculares. Así, pudiendo escoger cualquier otra fecha, el liberalismo masónico decidió promulgar el 5 de febrero de 1857 la «Constitución Política de la República Mexicana», y setenta años después, la Constitución de 1917.

TEMA DE LA SEMANA: SAN FELIPE DE JESÚS

Publicado en la edición impresa de El Observador del 3 de febrero de 2019 No.1230

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