El 5 de febrero la Iglesia en México celebra a san Felipe de Jesús, el franciscano que por su fe fue torturado y asesinado en Nagasaki, Japón, el 5 de febrero de 1597, y que hoy es santo patrono en muchas localidades del país. Por ejemplo, en Comapa, Veracruz, mañana están de fiesta: realizan misas, bautizos, confirmaciones, danzas en el atrio de la iglesia y fuegos artificiales. Además, se instala una feria popular, con sus juegos mecánicos y la venta de antojitos típicos, así mismo se organiza un baile popular con la participación de grupos modernos de la región.

Hoy se le recuerda de esta manera, pero la vida de san Felipe estuvo lejos de ser una fiesta colorida con juegos mecánicos y antojitos mexicanos.

EL MÁRTIR

De padres españoles (Don Alfonso de las Casas y Doña Antonia Martínez), nació Felipe de las Casas Martínez en la Ciudad de México en 1572. Fue el mayor de once hermanos, de los que tres siguieron la vida religiosa. Su padre estaba emparentado con otro notable monje y evangelizador de América, Fray Bartolomé de las Casas. Felipe era travieso e inquieto de niño. Estudió gramática en el colegio de San Pedro y San Pablo de la ciudad de México, dirigido por los jesuitas. Mostró interés por la artesanía de la plata. Por eso, cuando Felipe fue beatificado el gremio de los plateros lo nombró su patrón.

A los 21 años se encontraba en las Islas Filipinas, a donde había ido en busca de aventura. Las personas que viajaban a ese lugar, en aquellos tiempos, no lo hacían generalmente por motivos piadosos. Ni tampoco predominaba lo espiritual en el ambiente de Manila, ciudad conquistada apenas en 1571. En ésta lo común era ver gente ocupada con planes de conquista militar y haciendo planes para el comercio. Ahí decidió Felipe ingresar a la orden de los Franciscanos y escogió el nombre Felipe de Jesús. Entró al convento de Santa María de los Ángeles de Manila. Un año más tarde, Jesús hizo su profesión religiosa. Cuando tres años después se acercaba el tiempo de su ordenación, el 12 de julio de 1596, partió rumbo a México en barco. En Filipinas no se podía ordenar porque no había un obispo. El viaje de Filipinas a América era una aventura peligrosa y el viaje podía durar hasta siete u ocho meses. La travesía del barco en el que iba Felipe estuvo a punto de ser desastrosa. Durante un mes la nave estuvo a la deriva, arrojada por las tempestades de un lado a otro hasta que, destrozada y sin gobierno, fue a dar a las costas del Japón.

En Japón, no les tenían confianza a los misioneros. Cuando ellos llegaron ahí no sabían qué les iba a pasar y así pasaron varios meses. Fray Felipe de Jesús se refugió en Meaco, donde los franciscanos tenían escuela y hospital. El 30 de diciembre todos los frailes fueron hechos prisioneros junto con un grupo de cristianos japoneses. Comenzó el martirio. El día 3 de enero les cortaron a todos la oreja izquierda. Luego emprendieron una marcha en pleno invierno, por un mes, de Tokyo a Nagasaki.

El 5 de febrero, 26 cristianos fueron colgados de cruces sobre una colina en las afueras de Nagasaki. Los fijaron a las cruces con argollas de hierro en el cuello, en las manos y en las piernas. Los atravesaron con lanzas. El primero fue Felipe de Jesús. Murió repitiendo el nombre de Jesús. Las argollas que debían sostenerle las piernas estaban mal puestas, por lo que el cuerpo resbaló y la argolla que le sujetaba el cuello comenzó a ahogarlo. Le dieron dos lanzadas en el pecho que le abrieron las puertas de la Gloria de Dios.

El Papa Urbano VIII lo beatificó junto al resto de sus compañeros en 1627, y fue canonizado en 1862 por Pío IX. El primer mexicano canonizado de la historia es hoy patrono de la arquidiócesis de México, y todo el país lo venera con respeto y admiración.

Redacción.

LOS 26 MÁRTIRES DE NAGASAKI

El 5 de febrero de 1597 fueron crucificados y asesinados en Nagasaki, Japón, un total de 26 prisioneros cristianos:

  • 6 franciscanos, de los cuales 4 eran españoles, uno de la India y el mexicano criollo san Felipe de Jesús.
  • 3 jesuitas japoneses, entre ellos Pablo Miki.
  • Y 17 seglares católicos, uno de ellos coreano y los otros 16 japoneses. Algunos eran catequistas e intérpretes. Había un soldado y un médico. También tres niños, de 11, 13 y 14 años, que ayudaban en Misa como acólitos.

Con información de Catholic.net y Alfa&omega.

 

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 4 de febrero de 2024 No. 1491

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