El pasado 21 de febrero acaba de celebrarse el Día Internacional de la Lengua Materna. Esta conmemoración, en palabras de la ONU,«tiene lugar desde 2000, con el objetivo de promover el multilingüismo y la diversidad cultural».
Es que, «a causa de los procesos de globalización, pesa sobre las lenguas una amenaza cada vez mayor de extinguirse; en algunos casos, algunas ya están desapareciendo completamente».
La lengua materna es la primera lengua o idioma que una persona aprende. También se trata de aquella lengua que se adquiere de manera natural por medio de la interacción con el entorno inmediato, sin intervenciones pedagógicas y sin una reflexión lingüística desarrollada de forma consciente.
En la escuela
Por desgracia, de las aproximadamente 6 mil 700 lenguas que existen en todo el mundo, sólo algunos cientos de ellas han tenido el privilegio de incorporarse a los sistemas educativos y al dominio público, y menos de un centenar se utilizan en el mundo digital.
Es decir, si la gente quiere ir a la escuela, con enorme frecuencia no puede recibir los conocimientos en su lengua materna, lo que la obliga a convertirse en bilingüe o plurilingüe, lo que en sí no es malo, pero con ello se fomenta que se olvide la primera lengua o que después ésta no se enseñe a los hijos, lo que deriva finalmente en la desaparición del idioma.
Según la Organización de las Naciones Unidas, «cada dos semanas desaparece una lengua, llevándose consigo también la desaparición de todo un patrimonio cultural e intelectual».
Al mismo tiempo, las investigaciones académicas han corroborado que la habilidad en el conocimiento del idioma materno es esencial para el aprendizaje posterior de otros idiomas, ya que la lengua materna es la base del pensamiento. De ahí que la lengua materna tenga un papel primordial en la educación. Por ello ya se trabaja en casi todo el mundo para lograr que al menos la escuela primaria sea en la lengua materna.
Según la Declaración de la Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, que en 2017 cumplió una década,«los pueblos indígenas tienen derecho a revitalizar, utilizar, fomentar y transmitir a las generaciones futuras sus historias, idiomas, tradiciones orales, sistemas de escritura y literaturas».
El caso de México
En el caso de México, desde la década de los noventa ya hay libros escolares en lenguas indígenas. Pero el gobierno del sexenio anterior, a través de la Secretaría de Educación Pública y con el apoyo de más de 300 maestros hablantes de 22 lenguas maternas y de instituciones de educación superior como el CIESAS, la UPN y la UNAM, en el marco de la Reforma Educativa y el Nuevo Modelo Educativo, decidió renovar el contenido de estos libros de texto gratuito, a fin de incorporar en ellos también los conocimientos y saberes ancestrales de los pueblos originarios.
Así, en el actual ciclo escolar, el 2018-2019, ya se renovaron los libros para 1º y 2º grado de primaria en 22 lenguas indígenas, que se repartieron a los niños de más de 260 mil escuelas del país,y se esperaba que en el ciclo 2019-2020 ya se entregaran los libros actualizados para 3º y 4º años de primaria. Sin embargo, esto podría ya no ocurrir dada la cancelación de la Reforma Educativa por parte del gobierno actual.
Los libros de texto gratuito que se editan en México son en las siguientes 22 lenguas nativas: náhuatl, tseltal, hñähñu (otomí de Hidalgo), náayeri (cora); nuntajiiyi (popoluca); maaya (maya), yaqui, tutunakú (totonaco), tsotsil, tojol-ab’al, ch’ol, hñöhñö (otomí de Querétaro), ñomndaa (amuzgo), purépecha (tarasco), jñatjo/ jñatrjo (mazahua); yokot´án (chontal); o’dam/au’dam; warijó (guarijío); ódami, rarámuri (tarahumara), oichkama (pima) y me’phaa (tlapaneco).
¿y en la evangelización?
La Iglesia siempre ha estado buscando traducir la Biblia a lenguas vernáculas (del latín vernacŭlus, «nacido en la casa de uno»). Así, los Evangelios fueron escritos en arameo (lengua materna de Jesús y la mayoría de los Apóstoles) y en griego (idioma muy extendido en aquel tiempo). San Jerónimo completó en el año 406 la Vulgata, o traducción de la Biblia al latín, que era entonces el lenguaje más extendido del mundo.
Siglos antes de que el fundador del protestantismo, Martín Lutero, hiciera su particular traducción bíblica al alemán, ya existían bastantes traducciones de las Escrituras a lenguas vernáculas; por ejemplo: al búlgaro antiguo, al inglés antiguo, al italiano, al castellano, al alemán, a dialectos franceses, al armenio, etcétera.
Para la evangelización también se hicieron toda clase de traducciones de catecismos y otros libros de instrucción religiosa. Por ejemplo, en lo que hoy es México, los misioneros hicieron todo lo necesario para que su audiencia entendiera el mensaje de Jesucristo; así, junto con los sermones, las traducciones al náhuatl de la Biblia en el siglo XVI. Otro ejemplo de esto es el libro «Epistolae et Evangelia», que es una recopilación de una selección de pasajes de la Biblia traducidos al náhuatl para lecturas del domingo y días festivos de la Iglesia.
En el Concilio Vaticano II
El 4 de diciembre de 1963 se aprobó en el concilio Vaticano II la «Constitución sobre la Sagrada Liturgia», en la que se establece que «se conservará el uso de la lengua latina en los ritos latinos», pero también se expone que «el uso de la lengua vernácula es muy útil para el pueblo en no pocas ocasiones», por lo que, «tanto en la Misa como en la administración de los sacramentos, y en otras partes de la liturgia, se le podrá dar mayor cabida, ante todo, en las lecturas y moniciones, en algunas oraciones y cantos», y que en adelante «será de la incumbencia de la competente autoridad eclesiástica territorial… determinar si ha de usarse la lengua vernácula y en qué extensión».
Sin embargo, sólo las lenguas más comúnmente habladas se emplean en la liturgia, evitando la introducción de infinidad de lenguas en el uso litúrgico, con el peligro de constituir un agente de división. Así, en México están autorizadas las Misas en idiomas como el náhuatl, el tseltal, el tsotsil, el rarámuri y el maya, todos con sus traducciones litúrgicas debidamente revisadas y aprobadas por las autoridades eclesiales.
Redacción
TEMA DE LA SEMANA: TESOROS QUE SE PIERDEN: ¿CUÁNTAS LENGUAS ESTÁN A PUNTO DE MORIR?
Publicado en la edición impresa de El Observador del 24 de febrero de 2019 No.1233

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