En 2013 un escritor musulmán de origen iraní llamado Reza Aslán, quien se dice «un experto con un doctorado en la historia de las religiones», tuvo la ocurrencia de asegurar que Jesucristo era una persona analfabeta y desconocedora de las Sagradas Escrituras.

Argumenta Aslán que «las tasas de analfabetismo en tiempos de Jesús eran de alrededor del 98%. El 98% de los compañeros de Jesús no sabían leer ni escribir. La idea de un «tekton» —constructor o carpintero—, como Jesús es mencionado en la Biblia; a un trabajador de la madera lo colocaría en el segundo peldaño más bajo de la escala social de su tiempo, justo por encima del esclavo y el indigente y el mendigo»; por tanto, «no tenía ningún tipo de educación formal, y mucho menos la educación necesaria para debatir los puntos teológicos con los escribas y fariseos».

Aslán se equivoca pues, ya por el solo hecho de ser Dios, Jesús claro que sabía leer y escribir; pero, además, hay citas bíblicas que demuestran que no era un analfabeto, y es realmente lamentable que un «experto» en historia de las religiones como Aslán deliberadamente acepte sólo un dato de la Biblia —que menciona el oficio de Jesús— ignorando aquellos que demuestran que el Señor leía y escribía:

«Jesús fue a Nazaret, donde se había criado; el sábado entró como de costumbre en la sinagoga y se levantó para hacer la lectura. Le presentaron el libro del profeta Isaías» (Lc 4, 16-17)

«Los escribas y los fariseos le trajeron a una mujer que había sido sorprendida en adulterio y (…) dijeron a Jesús: ‘(…) Moisés, en la Ley, nos ordenó apedrear a esta clase de mujeres. Y Tú, ¿qué dices?’. (…) Pero Jesús, inclinándose, comenzó a escribir en el suelo con el dedo.

Como insistían, se enderezó y les dijo: ‘El que no tenga pecado, que arroje la primera piedra’. E inclinándose nuevamente, siguió escribiendo en el suelo» (Jn 8, 3-8).

Las visiones recibidas por místicos católicos dan testimonio de que la Santísima Virgen María sabía leer desde que era una niña. También san José sabía hacerlo, así que no tendría nada de raro que humanamente ambos se lo hubieran enseñado a Jesucristo.

La Sagrada Familia, como muchos otros judíos, incluso los niños, tenían rollos (libros) que contenían las oraciones que rezaban el sábado.

Es decir, el pueblo judío no era tan iletrado como Aslán supone. Por el contrario, Dios mismo implícitamente pide a los creyentes que aprendan a leer, como cuando, tras revelar sus mandamientos a los israelitas, indica: «Graba en tu corazón estas palabras que Yo te dicto hoy… Átalas a tu mano como un signo, y que estén como una marca sobre tu frente. Escríbelas en las puertas de tu casa y en sus postes» (Dt 6, 6-9). Y el pueblo cumplía literalmente el mandato.

TEMA DE LA SEMANA: DE VERDAD LA LECTURA TRANSFORMA

Publicado en la edición impresa de El Observador del 10 de marzo de 2019 No.1235

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