Por Juan Carlos Moreno Romo*

El periodismo católico debe hacer frente, en nuestros días, a un cada vez más temible y más dañino Goliat, que va desde la muy menguada prensa tradicional, pasando por el cine, la radio y la televisión, hasta las pantallas, ahora, de los cada vez más invasivos teléfonos celulares.

El arma venenosa que ese Goliat esgrime es la misma que la de la serpiente del Génesis: la mentira. La publicidad miente. Los medios mienten. Las estadísticas mienten… Y por desgracia no es eso una mera excepción, o una momentánea desviación en su modo de obrar.

Mienten por sistema, y porque ésa es su muy reivindicada misión, por lo menos desde que Lutero dejó dicho aquello de que a los pueblos debía gobernárselos mediante la mentira, y especialmente desde que el liberalismo desató al dragón del «libre pensamiento» y de la «libre opinión».

Frente a todo eso (frente a todos esos «activistas», esas «celebridades» y esos «líderes de opinión» que día a día predican, sin cesar, sus mortales doctrinas), el arma de David es muy sencilla, y muy poderosa también: la verdad bien manejada, y dirigida a la cabeza, y también al corazón.

* MÉXICO, consejero editorial de EL OBSERVADOR

TEMA DE LA SEMANA: ¿ES NECESARIO EL PERIODISMO CATÓLICO?

Publicado en la edición impresa de El Observador del 26 de mayo de 2019 No.1246

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