El mundo necesita periodismo comprometido con la verdad y el amor, la caridad, el respeto de cada persona.

Por Jesús Colina Díez (Periodista, fundador de Zenit, Aleteia y otras iniciativas de periodismo católico /Roma)

El 16 de julio de 1995, emprendía su andadura El Observador de la Actualidad con un objetivo declarado: hacer periodismo al servicio de la comunidad católica. En estos 28 años, este servicio ha crecido como corresponde a las obras de Dios: paso a paso. Ha logrado ganarse la confianza del lector católico, que no se conforma con la información escandalosa, sino que busca algo más: la verdad nada más que la eternidad, pero enmarcada a la luz de la eternidad.

En esos momentos, Ernesto Zedillo era presidente de México y Bill Clinton de los Estados Unidos. El timón de la barca de Pedro, la Iglesia, era dirigido con mano firme por Karol Wojtyla. Pocos meses antes, Juan Pablo II había publicado dos de sus grandes encíclicas: “Evangelium Vitae” sobre el carácter inviolable de la vida humana, y “Ut Unum Sint”, el documento ecuménico reciente más importante del magisterio de los papas sobre el diálogo con los cristianos de otras confesiones.

¿Qué hemos aprendido en estos 28 años con El Observador y gracias a El Observador?

La Iglesia necesita periodismo católico

La primera y gran lección que hemos aprendido es que la Iglesia necesita católicos periodistas, comprometidos con la verdad hasta el fondo. La Iglesia ha vivido crisis que hace 28 años ni podíamos imaginar: escándalos ligados a los abusos, a la mala gestión, etc. Estas crisis están trayendo una verdadera reforma, comenzada por Benedicto XVI e impulsada con gran fuerza por Francisco.

Ahora bien, esta reforma no hubiera tenido lugar sin el papel del periodismo. Los medios de información han puesto a la Iglesia ante sus propias fragilidades. En cierto sentido, queriendo o sin querer, se han convertido en factor de purificación y renovación. Si los periodistas católicos hubiéramos sido más perseverantes y valientes, posiblemente este proceso hubiera podido tener lugar antes y sería más profundo.

El mundo necesita periodismo católico

El periodismo está viviendo un momento histórico sumamente complicado. Con la llegada de Internet, se encuentra sumido en la búsqueda de un modelo económico, después de habernos acostumbrado a todo gratis. Por otra parte, las redes sociales nos han cerrado en burbujas en las que la polarización, el ataque personal, las respuestas fáciles han desterrado la reflexión y el verdadero diálogo entre posiciones diferentes.

En este contexto, hacen falta auténticos católicos y auténticos periodistas. Como periodistas, buscarán la verdad, cueste lo que cueste, aunque no entre en la lógica comercial imperante. Como católicos vivirán el mandamiento por excelencia que nos dejó Jesús: el amor.  El mundo necesita periodismo comprometido con la verdad y el amor, la caridad, el respeto de cada persona. En este sentido, amar al enemigo se convierte en un distintivo del periodismo católico.

El periodismo católico está todavía por florecer

En estas casi tres décadas, El Observador ha demostrado que el periodismo católico existe y que, con información veraz, es capaz de tocar y transformar corazones. Es un ejemplo casi único de laicos que deciden poner su profesionalidad al servicio de la verdad y de la comunidad eclesial. La renovación que vive la Iglesia nos permite comprender que a los periodistas católicos todavía les queda un camino importante por recorrer.

A ellos les toca amar a la Iglesia con todo su corazón y con toda su alma, hasta el punto de informar sobre sombras que nadie quisiera ver en el rostro de su propia madre. Verdad en el amor; amor en la verdad. Esta es la misión del periodismo católico que aún necesitamos aprender a encarnar como exponentes de esta profesión. Por este motivo, el mundo necesita a El Observador; la Iglesia necesita a El Observador, por muchos, muchos años.

 

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 16 de julio de 2023 No. 1462

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