Por Mónica Muñoz

No sé ustedes, pero de unos meses a la fecha, en lo personal he pensado a diario sobre lo efímera que es la vida y, la verdad, no sé por qué. Quizá sea porque últimamente me he enterado de que muchos amigos se han tenido que despedir de sus seres queridos, ya sea papá, mamá o incluso hijos que se les han adelantado en el camino hacia la vida eterna.

Somos conscientes de que la muerte es parte de la vida y corresponde al fin natural del proceso del ser humano que nos explicaron en la escuela, cuando nos decían que la persona, nace, crece se reproduce y muere pero no deja de ser doloroso tener que afrontar una pérdida.

Y muchas veces resulta más difícil porque quedan sentimientos sin resolver o situaciones sin aclarar con aquellos a quienes amamos pero que, por alguna circunstancia, nos hemos separado o hasta dejado de hablar.

Comento esto porque últimamente he leído opiniones en las redes sociales respecto a que hay familiares tóxicos y que, por salud mental, es preferible la separación a continuar con una relación dañina. En parte, podría coincidir con esta premisa, sin embargo me parece que es muy sano agregar que todos tenemos errores y en algún momento de nuestra vida podemos convertirnos en esa persona dañada de la que todos prefieren huir en lugar de intentar un acercamiento para llegar a un acuerdo.

Bien dice el dicho que nadie es monedita de oro para caerle bien a todos. Además, hay que tener en cuenta que las emociones son transitorias y varían de acuerdo al estado de ánimo y a otros factores tan disímiles como nuestra economía, las relaciones laborales, el estado de salud de nuestro cuerpo y hasta el clima.

Si no, imaginemos por un momento una situación cotidiana: todos los días me tengo que levantar temprano para ir a trabajar. Hoy pasé mala noche porque hacía mucho calor y me he despertado todavía con mucho sueño. Se me hizo tarde y no alcancé a bañarme, así es que tuve que irme pronto y salir corriendo para no llegar retrasada. Me siento muy incómoda porque creo que todo mundo nota mi falta de higiene y a eso agréguenle que estoy desvelada y ha comenzado a dolerme la cabeza. Y como si no fuera suficiente, no he podido desayunar así es que mi ánimo no es el mejor.

Es más de medio día, han pasado varias horas y salgo a comer. A estas alturas, no me soporto ni yo misma. Para colmo, me encuentro a una tía ya entrada en años con la que me llevo bien pero es bastante molesta porque le gusta platicar en exceso, ¡ah! y en ese justo momento ha comenzado a sentirse un calor intolerable por lo que estoy sudando copiosamente y la cabeza me pica. Ella me ve con más gusto que de costumbre y me abraza con mucho cariño. Instintivamente la rechazo y con cualquier pretexto me voy, despidiéndome con mucha prisa. No lo noto, pero ella derrama dos silenciosas lágrimas.

Por la noche, habiendo comido y tomado un baño, recuerdo lo que pasó y me llega el remordimiento, no obstante, trato de no dar importancia al hecho y me duermo inmediatamente porque no quiero que me ocurra lo mismo al día siguiente.

Por la mañana, todo ha vuelto a la normalidad. Me levanto de buen humor, llego a tiempo al trabajo, desayuno, en fin será un magnífico día. De repente viene a mi cabeza el incidente con la tía y decido llamarla por la tarde para disculparme. Pero no es necesario, porque en ese instante suena mi celular. Es mi prima para avisarme que la tía murió en la madrugada de un infarto fulminante.

No, no se trata de una novela, es un caso que ocurrió de forma semejante. No hay final feliz. A ver, ¿quién se comportó como pariente tóxico? No olvidemos que la vida se va en un suspiro y que hemos sido creados para trascender, algunos por hechos heroicos y otros por hacer muy bien sus labores cotidianas, lo que es cierto es que nuestra familia es lo más importante que tenemos y todas las relaciones que construimos a lo largo de la vida son para hacernos crecer como personas y para cuidarlas con esmero.

No dejemos que la soberbia nos separe porque para el que verdaderamente ama y se interesa en su prójimo no existen las personas tóxicas sino las necesitadas de amor y comprensión.  Reflexiona: si hoy te tocara morir, ¿cómo te encontraría el Señor, amando a tus semejantes o ahogado en tu soberbia? Mejor pongamos las cosas en paz con nuestros seres queridos.

Que tengan una excelente semana.

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