El 31 de octubre de 2006 el cardenal Hummes fue nombrado por el Papa Benedicto XVI prefecto de la Congregación para el Clero. En mayo de 2007 participó en la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe en Aparecida como miembro designado por el Papa. Hoy es presidente de la Comisión para la Amazonía de la Conferencia Episcopal del Brasil.
Considerando su experiencia y su actividad, hemos decidido mantener una conversación con él que pueda introducir en los trabajos del Sínodo y en su significado.
Por Antonio Spadaro S.I. / La Civiltà Cattolica Iberoamericana (Extracto)
Eminencia, nos acercamos al Sínodo para la Amazonía, un gran acontecimiento eclesial que pone en el centro de la reflexión un área específica y particular del mundo, aunque amplia y de increíble riqueza y complejidad. Justamente por eso hay quienes expresan una preocupación por el posible impacto que Sínodo para la Amazonía pueda tener en la unidad en la Iglesia, dada la particularidad de esta realidad territorial tan amplia, compleja y diversa.
¿Cuál es su opinión al respecto?
Hoy se habla mucho de la unidad de la Iglesia. Esto es fundamental, importantísimo. Pero debe entenderse como una unidad que acoge la diversidad según el modelo de la Santísima Trinidad. Es decir, igualmente necesario es acentuar que la unidad no puede nunca destruir la diversidad. Precisamente, el Sínodo acentúa la diversidad dentro de esa gran unidad. La diversidad es la riqueza de la unidad, la preserva de ser una uniformidad y un justificativo para el control.
¿La diversidad es importante, entonces, para la Iglesia?
Hoy más que nunca la Iglesia se ha abierto a la diversidad. Los países latinoamericanos de la Panamazonía son hoy una expresión de la diversidad latinoamericana, que debe ser acogida sin temor y de manera muy abierta por la Iglesia de Europa y de todo el mundo. De hecho, yo quería acentuar eso porque el Sínodo para la Amazonía es un reconocimiento de nuestra peculiaridad. Yo lo digo de este modo: la Iglesia de América Latina puede traer nuevas luces para la Iglesia de Europa y del mundo, del mismo modo como la Iglesia de Europa debe darnos luces antiguas, muy importantes.
Inicialmente el cristianismo encontró un lugar de inculturación en la cultura europea, y fue un proceso muy exitoso, que dura hasta hoy. Pero no basta esa única inculturación. Dice el Papa: una cultura sola no puede agotar la riqueza del Evangelio. La Iglesia no quiere dominar sobre las otras culturas, por más que respete esa inculturación inicial europea.
Debemos respetar la diversidad de las culturas. Eso va a enriquecer a la Iglesia, y no a amenazarla. La diversidad no amenaza la unidad de la Iglesia, sino que fortalece su verdadera unidad. Es muy importante no tener miedo de estas cosas. Así pues, si hablamos y conseguimos encontrar nuevos caminos para la Iglesia en la Amazonía, eso va a redundar en beneficio de toda la Iglesia, pero siempre a partir de la reflexión específica sobre la Amazonía.
Ustedes, que forman la Red Eclesial Panamazónica, han tenido un encuentro con el Papa Francisco. ¿Qué nos puede decir sobre ese encuentro y sobre las novedades, los desafíos y las esperanzas que el santo padre deposita en el proceso sinodal?
El 25 de marzo pasado, el cardenal Barreto, Mauricio López —secretario ejecutivo de la REPAM— y yo nos encontramos con el Papa. Le presentamos el estado en que se encuentra el proceso de preparación del Sínodo una vez concluida la fase de escucha y consulta de las Iglesias particulares de la Panamazonía y todo el trabajo que se ha realizado. En este proceso sinodal nuestra Red intentó «escuchar», no solamente «ver, juzgar y actuar». La escucha viene antes que nada. Para preparar un sínodo es preciso escuchar, no solamente organizar y hacer planes.
Entonces, ¿el sínodo se caracteriza por su capacidad de escucha y de superar la mentalidad de los «marcos» y de los «planes»?
Para «ver» de verdad es preciso escuchar, no basta con hacer un análisis de qué es la Amazonía, o de quién es y qué hace la Iglesia en la Amazonía. Un sínodo no es una abstracción sinodal, una idea genérica. Para nosotros es preciso escuchar en primer lugar a los propios pueblos de la Amazonía. Hay que escuchar la realidad, escuchar los gritos. Eso ya enriqueció mucho nuestra metodología de ver, juzgar y actuar. Nuestro «ver» no era ya el de un analista que desde lejos examina situación. Nos pusimos a escuchar de verdad.
¿Y su diálogo con el Papa?
Le preguntamos al Papa si tenía alguna recomendación que hacernos. Él insistió mucho en no diluir el objetivo específico del Sínodo, en que no debe convertirse en la ocasión para hablar de todas las cosas, como antiguamente se decía en latín, con ironía: de omni re scibili et de quibusdam aliis. El Sínodo, dice el Papa, no es para hablar de todas las cosas, de todos los desafíos o de todas las necesidades de la Iglesia en el mundo: no debemos perder el foco, dice el Papa. Claro que todo el proceso tiene y tendrá también una repercusión universal, incluso planetaria, pero el Sínodo tiene un foco del cual es preciso no desistir para no permanecer en generalidades. El Papa Francisco fue muy claro en este punto: no perder el foco, que es la Amazonía. «Nuevos caminos para la Iglesia», significa nuevos caminos para la Iglesia en la Amazonía y nuevos caminos para una ecología integral en la Amazonía. Este tema delimita el objetivo del Sínodo.
Francisco habla a menudo de procesos nuevos, de caminar, de no detenerse a repetir el pasado, sino de adherir a la tradición que crece y que hace crecer sin tener que repetir siempre las mismas cosas. ¿Lo lograrán? ¿Es posible?
Ciertamente no estaremos en el Sínodo para repetir cosas que ya fueron dichas, no importa si son importantes, bonitas y desde una buena teología; no. Estaremos allí para procurar nuevos caminos. Necesitamos mucho nuevos caminos, no tener miedo a lo nuevo, no defendernos contra ello, no resistir a la novedad. Debemos cuidarnos de no traer lo antiguo como si fuese más importante que lo nuevo. Lo antiguo debe conjugarse con lo nuevo, la novedad debe reforzar y alentar el camino. Esta palabra del Papa es muy fuerte: debemos caminar y no resistirnos a avanzar e ir hacia adelante.
Debemos confiar en el Espíritu que nos lleva hacia adelante, dice el Papa. Desde el inicio de su pontificado él exhorta y alienta a la Iglesia a levantarse y no quedarse muy acomodada y demasiado segura de su teología, de su visión de las cosas, defendiéndose del mundo. El pasado no está petrificado, debe formar siempre parte de la historia, de una tradición que sigue hacia adelante. Cada generación debe seguir avanzando para contribuir a la riqueza de esa gran tradición. ¿Lo lograremos? Nos confiaremos al trabajo del Espíritu.
TEMA DE LA SEMANA: SI CAMBIA EL AMAZONAS, TENEMOS ESPERANZA
Publicado en la edición impresa de El Observador del 9 de junio de 2019 No.1248