Rosa Elena Valencia García es una psicóloga clínica con experiencia en inteligencia emocional. Es la novena de una familia de diez hermanos, una queretana cuya meta es aprender a servir a los demás a través del autoconocimiento. A sus 50 años de edad, Rosy, como es llamada, ha trabajado arduamente en el apoyo y contención emocional de las personas; es una defensora de la vida y una terapeuta que considera necesaria la presencia de Dios en el hombre. El Observador de la actualidad conversó con ella:
Por Mary Velázquez Dorantes
En tiempos recientes el quehacer psicológico está tomando mucha fuerza, ¿Qué papel tiene la espiritualidad en la ayuda psicológica del ser humano?
▶ Actualmente la psicología está tomando mucha fuerza porque los profesionales de la salud emocional tenemos el compromiso de salir de nuestros consultorios para abrir espacios de autoconocimiento en nuestra comunidad, que permitan la creación de modelos de relación más sanos, que nos acerquen a poder reencontrarnos con los otros y en la consciencia de que la construcción de estos puentes comienza por nosotros mismos.
Considero que dentro de un proceso psicoterapéutico, o bien, en la realización de un taller o conferencia es necesario recordar quiénes somos. Saber que, como hijos de Dios, somos capaces de aceptar las presiones y desafíos de una realidad que exige que tomemos postura desde nuestra libertad y responsabilidad.
Ayudar a las personas a descubrir nuestra esencia espiritual nos permite poder mirar nuestra forma de vivir en el aquí y el ahora, en comunión con todo lo que nos rodea. Realizando nuestro ser y quehacer en el mundo y viviendo lo que nos toca vivir, pero siempre con un sentido trascendente que es iluminado desde la fe, la esperanza y el amor.
¿Cómo puede el apoyo espiritual colaborar con las emociones que enferman al individuo?
▶ La psicología es el estudio del alma y la espiritualidad; ayuda a desarrollar y hacer crecer el alma, siendo conscientes de que somos el espíritu de Dios que habita en nosotros. Por tanto, la psicología debe orientarnos a elevar nuestra consciencia hasta alcanzar la santidad, ya que cada uno de nosotros somos luz para el mundo.
Situaciones no resueltas del pasado, la angustia por un futuro incierto y un mal manejo de emociones van enfermándonos y lastimando nuestras relaciones. Constantemente invito a quienes acompaño en psicoterapia que se acerquen a orar.
La oración personal y comunitaria nos lleva a una relación directa con Dios. El hombre expresa y Dios actúa comunicando sus dones como el reposo, la paz y la confianza. La oración sana, es terapéutica.
¿Cómo observas desde tú profesión la pertinencia del sentido de la fe y la confianza para superar las adversidades de la vida?
▶ El ejercicio de mi profesión está enfocado a que las personas puedan descubrir sus fuerzas y debilidades, afirmándose a la vida desde la fe. Y vivir con fe es creer que la vida siempre tiene sentido. Que más allá de la dificultad y la adversidad y de aquello que no puedo entender, si yo invoco al Espíritu Santo pidiendo su ayuda, Él me hará comprender, dándome la fortaleza y la humildad para aceptar aquello que no puedo cambiar. Vivir con fe es reconocer que cada uno de nosotros posee cualidades y talentos que nos hacen seres únicos e irrepetibles y que desde estos dones estamos aportando a la vida.
Confiar también significa que podamos reconocer que existen personas buenas que se esfuerzan día a día por hacer del mundo un lugar cada vez mejor. Pero, sobre todo, confiar es saber que no vamos solos por la vida, que Dios nos lleva en las palmas de sus manos y bajo su mirada. Que todo bien viene de Él y que todo aquello que me causa dolor y aflicción pasará, porque nada es permanente. Vivir con fe es vivir con esperanza y con alegría.
Escuchamos constantemente la frase «Vivir con sentido», ¿Qué significa vivir con sentido?
▶ La vida siempre es un regalo y aun en las situaciones de dolor y pérdida que en algún momento a todos nos toca vivir, elijo creer que, desde nuestra libertad interna, soy responsable de descubrir un sentido a esas circunstancias, en la consciencia de que, desde mis valores, puedo detonar habilidades y capacidades que me permitirán trascenderlo todo.
Es necesario esforzarnos por construir una vida con sentido, decidiendo quién queremos ser y qué actitud tomar ante los diferentes momentos de la existencia, sabiendo que las condiciones nos pueden limitar, pero que nada nos determina.
Que nuestro tiempo es finito y que estamos llamados a realizar un plan de vida, siendo responsables de lo que hacemos o dejamos de hacer, sin olvidarme que el sentido de vida remite a la comunidad, porque es através de la relación con el otro que me descubro y encuentro mi lugar en el mundo.
Publicado en la edición impresa de El Observador del 2 de junio de 2019 No.1247