La crisis de Venezuela es un «desafío inédito para la región, para los países miembros de la OEA y el resto de la comunidad internacional»

Por Jaime Septién

La Organización de Estados Americanos (OEA), ha emitido una importante alerta sobre la actual crisis de migrantes y refugiados venezolanos que debe ser escuchada por todas las naciones del continente americano, puesto que, según el Informe sobre la Crisis de Migrantes y Refugiados Venezolanos en la Región, elaborado por el Grupo de Trabajo de este organismo multilateral, se trata de una crisis «que no tiene precedentes en la región».

El Informe, de casi cien páginas, refiere que a junio de 2019 aproximadamente cuatro millones de venezolanos han huido del país, lo cual representa 13 por ciento de la población total de esta nación sudamericana. «A nivel mundial –relata el trabajo de la OEA—solo Siria, que ha padecido una guerra por más de ocho años, supera a Venezuela en el flujo de migrantes y refugiados».

La mayoría de estos migrantes y refugiados venezolanos, por obvias razones de cercanía, se encuentran avecindados en Colombia (1.3 millones), Perú (768,100), Chile (288,800) y Ecuador (263,000). En términos absolutos, estas cuatro naciones concentran 65 por ciento de los venezolanos que han abandonado, fruto amargo del chavismo, los últimos años su país.

Cinco mil venezolanos huyen cada día

Los otros países a donde, mayoritariamente, han ido a parar los migrantes y refugiados venezolanos son Brasil, Argentina, Panamá, Trinidad y Tobago, México, Guyana, República Dominicana, Costa Rica, Uruguay y Paraguay. Sin embargo, en las islas de Curazao (26,000 venezolanos) y Aruba (16,000) representan, en cada una, 15 por ciento de la población total, siendo ésta la más alta proporción en la región.

«A pesar de no padecer un conflicto bélico ni una catástrofe natural, 5,000 venezolanos huyen a diario», relata el Informe de la OEA, cuyo Grupo de Trabajo, tras entrevistarse con cientos de migrantes y refugiados encuentran que son la escasez de alimentos y medicamentos, el colapso económico, la híper inflación (de 10 millones por ciento), la violación sistemática y generalizada de los derechos humanos, la violencia, la carencia de servicios básicos y la tasa de homicidios (81 asesinatos por cada 100,000 personas), las causas determinantes del exilio.

«De no haber una solución política, económica y social al corto plazo que permita el acceso a alimentos y medicamentos, la disminución de los índices delictivos, la recuperación del Estado de Derecho que garantice plenas libertades al ciudadano, evitando persecuciones generalizadas y una mejora en la economía, las estimaciones son que para finales de 2019 pudiese haber entre 5.3 y 5.7 millones de migrantes y refugiados venezolanos y para 2020 entre 7.5 y 8.2 millones».

Otorgarles un estatus diferente

Con la realidad cruda de fondo, el Grupo de Trabajo de la OEA ha recomendado que a los venezolanos «se les debe otorgar el estatus de refugiados a nivel regional», toda vez que la Declaración de Cartagena establece que un refugiado es una persona que huye de su país porque su vida, su seguridad o su libertad están en peligro. Y en Venezuela, la vida, la seguridad y la libertad con Nicolás Maduro al frente del país, están en inminente peligro.

La solidaridad latinoamericana con los venezolanos que huyen del chavismo ha sido patente: según la OEA, 1.8 millones de migrantes y refugiados de este país han obtenido protección temporal, lo que les da acceso a salud, educación y oportunidades de trabajo. «Sin embargo, dice el Informe, cerca de dos millones de venezolanos están en condiciones de irregularidad o corren el riesgo de estarlo pronto».

La petición del Grupo de Trabajo es que no haya un aumento de restricciones migratorias a los venezolanos, porque eso, lejos de solventar la crisis humanitaria que vive Venezuela, «la va a agravar». Cierto: las condiciones de los países receptores no son, económicamente hablando, las idóneas y la ONU apenas ha recaudado 21 por ciento de lo estimado en el Plan de Respuesta Regional para Migrantes y Refugiados Venezolanos, pero habrá que enfrentar esta crisis de inmediato.

Un desafío inédito

Esta crisis es un «desafío inédito para la región, para los países miembros de la OEA y el resto de la comunidad internacional». La gran mayoría de los venezolanos en el exilio podrían impactar positivamente las economías de los países receptores. Al tiempo que la gran mayoría ha expresado al Grupo de Trabajo de la OEA que «cuando las cosas cambien» en Venezuela van a regresar a su tierra.

El Informe termina diciendo que para lograr la integración de millones de venezolanos «que huyen dramáticamente», resulta urgente «crear las bases de un consenso regional que garantice la protección permanente e integración de los venezolanos», mientras dure la crisis en su país. «Sera la mejor contribución del continente a corto plazo por la prosperidad que se generará en las naciones receptoras y al largo plazo con el entorno de muchos venezolanos capacitados para aportar en la reconstrucción de su país».

En otras palabras: no hay tiempo que perder. Y Maduro lo que intenta, justamente, es ganar tiempo. Eso no lo dice el Informe de la OEA. Pero está implícito en este llamado regional ante una crisis que no conocía el continente americano.

Publicado en la edición impresa de El Observador del 14 de junio de 2019 No.1253

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