Por Josefa Romo
La Solemnidad de la Asunción es muy sonada en España. Además de ser la onomástica de multitud de españolas, son innumerables los pueblos que la celebran como su fiesta patronal. El motivo es el tránsito de la Virgen al Cielo en cuerpo y alma, llevada por ángeles, como aparece en hermosos lienzos de pintores prestigiosos, como los de Murillo y Ribera, por ejemplo.
En la iglesia ortodoxa se celebra la Dormición de la Virgen, y en Elche, desde el siglo XV, el Misteri d’Elx en la Basíkica de Santa María, que está declarado Patrimonio de la Humanidad. Es un drama absolutamente cantado que representa la Dormición, Asunción a los Cielos y Coronación de la Virgen. En la concatedral de Madrid hay un relieve precioso de la Dormición de la Virgen.
En el relato de sus visiones, la Beata Catalina Enmerick cuenta que la Virgen avisó a los Apóstoles al acercarse su final, como le había pedido su Hijo en Betania, y que lo hizo mediante la oración. Cada uno se sintió llamado y Tomás llegó tarde, después del Tránsito.
La Iglesia no dice nada sobre la muerte o no de la Virgen; pero su Ascensión al Cielo es Dogma de Fe, definido por Pío XII en 1950. Ella pudo decir como su Hijo en la cruz: “ Todo está cumplido”.
La Inmaculada cooperó con la Gracia, y su vida fue un canto de alabanza a Dios, lleno de amor y de agradecimiento. Su amor era tan auténtico, que se vertía sobre los que la rodeaban, y, ahora, su actividad maternal no cesa hasta vernos en su regazo junto a nuestro Padre Dios.
La Lumen Gentium dice: “ María. Abanderada en la Fe, antecede con su luz al pueblo de Dios peregrinante como signo de ESPERANZA cierta y de consuelo”.