Por P. Fernando Pascual
Con frecuencia tenemos que realizar actividades disgustosas, ocupaciones que nos desagradan, incluso que detestamos y nos ponen de mal humor.
Algunas de esas actividades pueden ser obligatorias por motivos legales o simplemente porque hay que hacerlas sin demora. Hay quienes sufren al tener que lavar periódicamente la ropa…
Otras de esas actividades no son impuestas por la ley o por la necesidad, sino que llegan a causa de errores de uno mismo o de otros. Por ejemplo, cuando por descuido dejamos el grifo abierto y luego tuvimos que dedicar un buen tiempo a recoger el agua derramada por los suelos.
Hay diversos modos de afrontar esas actividades disgustosas. Hay quienes las viven con tedio. Otros con enfado. Otros con deseos de terminar cuanto antes. Otros con una extraña sensación de fatalismo. Otros con una amargura corrosiva.
También hay quienes las afrontan con calma: muchas actividades disgustosas son parte de la vida. Otros pueden llevarse a cabo con cierto optimismo: lo que se logra al limpiar el suelo tiene su valor y promueve la paciencia y la responsabilidad.
Ante las actividades disgustosas, resulta importante no dejarse llevar por actitudes negativas, sino saber que la vida está llena de momentos diferentes, y que en cada uno de ellos es posible encontrar un significado e incluso una ganancia.
Porque una tarea tan «prosaica» y aparentemente vacía como ir a las oficinas para rellenar un formulario estadístico puede ayudarnos a encontrar a otras personas y a ayudar a algún político honesto a realizar mejor su trabajo.
Además, una actividad disgustosa, ofrecida por amor y con el deseo de ayudar a quienes puedan beneficiarse de ella, agrada a Dios y promueve en el alma actitudes de generosidad y de altruismo que son tan necesarias en nuestro mundo.
Hoy quizá no conozco cuál va a ser la dosis de tareas disgustosas que tendré que acometer. Pero sí sé que, si hago todo lo que hago por amor y para amar, el tiempo dedicado a alguna actividad que no me agrada puede adquirir un brillo y un valor insospechadamente hermosos…