Por José Antonio Varela Vidal
Un sínodo de los obispos es una alegría para todos, dado que se pone de manifiesto la unión y cooperación de la Iglesia universal con el papa, a fin de analizar asuntos que demandan de una atención pastoral y material. También, hay que sumarle la oportunidad privilegiada para acercarse a diferentes problemas que, de otro modo, solo se sabrían de oídas y sin la debida motivación por “salir” en pos de ellos.
Ante esto, la inminente Asamblea Especial del Sínodo de los Obispos dedicada a la región Panamazónica, no podía ser la excepción. Anunciado y convocado por el papa Francisco en Roma en octubre de 2017 y ratificado desde Puerto Maldonado (Perú) en enero de 2018, el tema central está definido para desarrollarse en este mes de octubre: “Amazonía: nuevos caminos para la Iglesia y para una ecología integral”.
Aunque esta elección ha generado adhesiones y cuestionamientos, lo urgente es escuchar a los actores directamente involucrados: obispos, misioneros y catequistas, quienes, junto a los profesores, autoridades y familias enteras llevarán su voz y sus propuestas para que la Iglesia sea aquella “sal de la tierra” del evangelio, que dicho territorio demanda a gritos.
Sin duda, el documento preparatorio y el Instrumentum laboris recogen los aportes de los pueblos originarios, quienes, junto a los agentes pastorales respondieron las encuestas y trabajaron por meses en las distintas asambleas territoriales. Allí, se confrontó la realidad, se iluminaron los desafíos con la palabra de Dios y el magisterio, y se ha dejado por escrito lo que demandará ahora un verdadero camino sinodal.
La Amazonía es de todos
Cuesta creer que en pleno siglo XXI, con amplia conciencia ecológica, se escuchen aún voces -hasta de un jefe de Estado sudamericano-, que exigen una libertad absoluta para seguir explotando de modo indiscriminado los recursos amazónicos.
Por ello, el Sínodo de la Amazonía es la respuesta más concreta a los que se tapan los oídos y niegan la amenaza latente contra dichos pueblos originarios y su hábitat, que en cifras actuales abarca a 9 países sudamericanos (Brasil, Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, Venezuela, Guyana, Surinam y Guyana Francesa) y a 35 millones de personas entre las zonas urbanas y rurales.
En tal área de 7,8 millones de km2, conviven en el sector rural o selva, 3 millones de habitantes de pueblos originarios, agrupados en 390 comunidades, de los cuales cerca de 100 viven en aislamiento voluntario. Es decir, no solo están aptos para acceder a un desarrollo sostenible, sino que es muy probable que algunos no hayan escuchado hablar nunca de Jesucristo. He aquí un reto y una oportunidad a la vez.
Es importante proteger entre todos “la casa común”, que con sus valiosos y ancestrales recursos humanos y la más grande biodiversidad del planeta, sigue siendo una arteria a través de la cual come, bebe y respira un amplio sector de la humanidad en los cinco continentes.
Un documento profético
Dado que nada de lo humano puede ser ajeno a la Iglesia, hoy se tiene la oportunidad de profundizar en los principales conceptos del Instrumentum laboris, que es de público conocimiento y será el principal insumo del Sínodo que va del 6 al 27 de octubre.
Entre las principales ideas del documento saltan a la vista lo referido a la importancia del diálogo intercultural, mediante el cual el Espíritu Santo abrirá nuevos caminos a modo de “tiempo de gracia”.
Asimismo, hace un llamado de atención acerca de la destrucción extractiva, el riesgo de los pueblos en aislamiento, la migración forzosa, el poco acceso a la salud y la educación, así como la necesidad de una “conversión ecológica” para quienes le vienen haciendo daño a la Amazonía con sus actos o su indiferencia.
Otros puntos alientan a seguir construyendo una iglesia con rostro amazónico, ecológico y misionero, que asuma los retos de la interculturalidad en la organización y la evangelización, así como en la liturgia y los medios de comunicación. No deja de lado lo referido al diálogo interreligioso, aún con las manifestaciones espirituales originarias y sus tesoros humanistas.
Finalmente, el documento desafía a la Iglesia a ser profeta y a situarse de modo realista frente a aquel poder temporal que no hace valer los derechos de los pueblos originarios. Entonces es tiempo de divulgar algo que movilice: #amazonízate.