Por José Francisco González González, obispo de Campeche
La primera lectura de este domingo de octubre es del profeta Jonás 3,1-10. Es la siempre cuestionante manera de cómo Dios hace cumplir su voluntad. Lo hace, a veces, de manera no esperada. Pero todo está bajo su reinado.
La lectura nos narra cómo cuesta al hombre ‘entender’ a Dios. El concepto de ‘justicia’ y de ‘lógica’ en los hombres, no corresponde al de Dios. Por eso, en esta lectura, el profeta Jonás no quiere cumplir el mandato de Dios. Se enfrasca en su rigidez y en su terquedad. El hombre tiene sólo una mirada miope y un horizonte muy corto. Por mucho que viva de años, la mayor parte son fatiga inútil, dice el Salmo, y en el arco del tiempo total, es tan solo un soplo el paso del hombre.
Por eso, el hombre endurecido del corazón es incapaz de comprender y aceptar la misericordia del Señor. Jonás quiere corregir a Dios. Siente que entiende mejor las cosas que el mismo Creador. El hombre tiene tentación de sentirse “dios”. Su voluntad la pone como única y absoluta, sin tener en cuenta aspectos objetivos y que superan su subjetividad.
Le sugiere cómo deben hacerse las cosas, para que sean ‘normales’ y ‘comprensibles’. Pero como no logra su cometido, entonces, decide abortar la misión. Se embarca en sentido diverso, para escapar de la misión por Dios confiada. Pero, por fin, llega a las playas de Nínive. Dios se valió de un cetáceo para reconducir al fugitivo profeta.
EL CAMBIO DE CORAZÓN LLEVA A LA VIDA
Sin muchas ganas, comienza a predicar: “Nínive será destruida”. El motivo, la vida amoral o anti moral. De manera sorpresiva, los habitantes de la gran ciudad hacen penitencia (ayuno), y se suman solidariamente todos (pequeños y grandes). El mismo rey entra al proceso de conversión y hasta los animales. Un mensaje tan actual. Si de nuevo surgiese la voz de Jonás, ¿Aceptaríamos cambiar, desde los pequeños a los grandes? ¿Dejaríamos de ejercer violencia sobre los otros? ¿Respetaríamos la vida humana? ¿Nos relacionaríamos con equilibrio y orden con la naturaleza? ¿Respetaríamos la naturaleza humana y ecológica?
Los ninivitas invocan fervientemente a Dios, y se convierte cada uno de su mala conducta y de la violencia, a fin de que Dios no destruya la sociedad. Dios “ve” el cambio de actitud, la conversión, y se compadeció. La catástrofe no sucedió. Con la predicación de Jonás se salvaron 120 mil personas. ¡Cuántas personas se salvarían si respetamos la naturaleza, la vida de los otros (los que nacerán y los nacidos)! Ese número sería aún mayor.
PROYECTO G. DE PASTORAL
Una profética llamada de atención señalan los obispos mexicanos en el Proyecto Global de Pastoral 2031-33 al respecto. Esa llamada de atención es para líderes, ciudadanos de a pie, creyentes y no creyentes: “Uno de los graves desafíos que actualmente se está abriendo paso con firmeza, es la deshumanización de la sociedad. Pareciera que ya no nos sorprenden las atrocidades y crueldades que a diario se cometen contra las personas, pareciera que las injusticias y los atropellos en contra de hermanos nuestros, ya no nos dicen nada. Pero la Palabra de Dios grita a nuestra conciencia: Yahvé dijo a Caín: “¿Dónde está tu hermano Abel?” Contestó: “No sé. ¿Soy yo acaso el guardián de mi hermano?” (Gn 4,9). La indiferencia y la indolencia han endurecido nuestro corazón haciéndonos olvidar la grandeza y el valor de la vida humana. Hoy la Iglesia redimida está llamada a vivir con un sentido nuevo las Bienaventuranzas, a sacar todo su caudal humanístico y ponerlo al servicio de la sociedad. Al contemplar al Cristo Redentor, ha de abrir su corazón para acoger con misericordia tantas realidades humanas sufrientes y a todos los descartados por la sociedad”. (Nº 184).
¡Señor, estén tus oídos atentos a la voz de mi súplica!