Por Alejandra Hoyos
¿Y qué es el amor después de todo? ¿Será una emoción? ¿Un sentimiento? ¿Una decisión, quizá? Para mí es cómo una energía profunda que se vive más allá del cuerpo.
Es la capacidad de sentir con el otro, de vincularse primero con uno mismo desde el respeto. La posibilidad de sentir el amor por el amor, de la filantropía, ser capaz de amar al género humano, la naturaleza, la vida y eso más grande que yo, que en mi caso significa Dios.
El amor es la emoción más compleja que existe, por eso no aparece en muchas de las clasificaciones. Sin embargo, en el universo de emociones explican que, a pesar de su complejidad, el amor es una galaxia que está en expansión. Los seres humanos estamos dotados para el amor. Un indicador de bienestar emocional y salud mental tiene que ver con la red social que construye una persona. El amor visto de manera más amplia y no sólo como un sinónimo de atracción sexual o erotismo; ya que puede haber atracción y erotismo sin amor y viceversa.
Un momento de gran intensidad de sentir esa emoción fue cuando cargué a mi hija por primera vez después del dolor del parto. Estaba agotada y, a la vez, en éxtasis de al fin conocerla. El sentimiento de convertirme en mamá acompañada de mi pareja, fue mágico para mí.
¿Es esto amor? Por supuesto que sí, aunque existen muchos tipos de amor. Hacia la pareja, los hijos, la familia, las amistades, al arte, la vida misma. Quizá el amor que te hace todos los días estar al cuidado de tus hijos no se vive de manera tan intensa como la emoción fuerte de estar enamorado.
En esta época en la que se tiende a vivir más en lo superficial, el amor trae mucho sufrimiento por esa creencia de que es un bien fácil, que no requiere de esfuerzo y compromiso. Las relaciones humanas son complicadas, sobre todo con los más cercanos, ya que ahí es dónde mostramos nuestras luces y sombras. El amor incluye ver por el bienestar de otra persona y, al mismo tiempo, cuidar tu bienestar; no conlleva sufrimiento ni maltrato. A veces en el camino descubrimos que hemos lastimado o nos han lastimado los más cercanos, quizá por no haber dedicado más tiempo a cuidar ese vínculo. Saber marcharnos de manera respetuosa con el otro, también es parte del amor; por supuesto, es doloroso perder o distanciarte de alguien con quién has compartido parte de la vida; sin embargo, en ocasiones es necesario.
A pesar de que los científicos no se ponen de acuerdo en cómo definir el amor; en el arte ha sido uno de los temas preferidos, también psicólogos o filósofos han escrito sobre el tema. Erich Fromm lo ve como un arte que se tiene que desarrollar, y que requiere de práctica para dominarlo, como cualquier otro oficio.
Van mis recomendaciones para ser más consciente en la forma en que vives esta emoción y en qué tanto creas vínculos significativos con los que te rodean:
No juicios. Si juzgas a la gente, no tienes tiempo para amarla. Vi esta frase en Instagram compartida por el psicólogo Rubén Monreal. Me encantó. Creo que eso es muy cierto. Te invito a qué trates de no hacer juicios ni hacia ti, ni a los otros. Algo muy importante para el amor es la aceptación.
Empieza por ti. Para poder amar a otros hay que empezar por uno mismo. Hay que practicar la autocompasión y el autorespeto, hablarnos como lo haríamos con la persona más querida.
Demuéstralo. A través de los hechos demuestra el amor hacia los que te rodean, y hacia ti mismo con el autocuidado.
Publicado en la edición impresa de El Observador del 6 de octubre de 2019 No.1264