Por Sergio Ibarra
La forma de celebrar el nacimiento de Jesús ha adquirido, con el paso de dos mil y pico de años, distintas formas de conmemorarse. Un hecho particularmente significativo para aquellos que profesamos el cristianismo. Han surgido sectas y nuevas tradiciones que para algunos son ajenas, absurdas y para otros son hasta rechazables.
La reflexión la centramos en la distinción entre la pompa con la que una parte de nuestra sociedad celebra y la otra lo hace con la disciplina de seguir las tradiciones y la ortodoxia de la fe; es decir, las normas con la cuales en cada parte se celebran estas fechas.
Es evidente que el consumismo y la fiesta le han ganado espacio a la conciencia y quizás también a la fe. La época navideña ha adquirido este tono de una ortodoxia sin doxia, sin doctrina, o ¿será una nueva doctrina? No lo sabemos. Lo que sí sabemos es que hay una diversidad en la actualidad de pensamientos y de formas de asumir la fe.
Preciso recordar que el quehacer de la verdadera religión no esta en la pompa externa, ni en el dominio eclesiástico, ni en ver quien gana el market share de la Navidad, sino en formar a los hombres de acuerdo con las reglas de la virtud, la piedad y la humildad. Quien se aliste del lado de Jesús el Cristo, independiente de su secta o Iglesia, debe combatir, antes que nada, sus propias pasiones y vicios. Es en vano que alguien se diga cristiano si carece de santidad en su vida, de pureza en sus costumbres y decisiones.
En este último domingo de Adviento, quienes deseamos con sinceridad el bien del prójimo ¿qué debemos hacer? Una respuesta es la que cada año nos recuerdan estas fechas: seguir el camino que nos mostró este Ser que nació en un establo y nos puso un ejemplo de paz. Desde su nacimiento empezó el ejemplo. Vino al mundo a un lugar sucio, maloliente, a oscuras y perseguido, rodeado de animales y de seres simples, sencillos… tolerantes.
Sean estas fechas para nuestros lectores momentos inolvidables que brinden energía, amor y tolerancia para todas y todos, los que coinciden y los que no. El que nació no vino a imponer reglas civiles, esas se las dejamos a los magistrados, vino a abrirnos un camino hacia la convicción interna y plena del espíritu para asumir la fe. No olvidar que la fe no es fe si no se cree. Feliz Navidad.
Publicado en la edición impresa de El Observador del 22 de diciembre de 2019 No.1276