El gran amigo de Oscar Romero y un referente para Papa Francisco será beato

Por Aleteia Team / Aleteia en El Observador

Rutilio Grande, sacerdote asesinado en 1997, será beato. Su vida inspiró a muchos mártires de América Latina, entre ellos a monseñor Romero. Su causa de beatificación se abrió en 2005 en la arquidiócesis de San Salvador: el proceso de beatificación del padre Rutilio Grande García (1928 – 1977), un jesuita que inspiró a monseñor Romero para vigorizar su vocación por los más pobres.

El cardenal Vincenzo Paglia, en un encuentro con los periodistas en la Sala de Prensa de la Santa Sede, mostraba la importancia del nuevo beato y su relación con Oscar Romero: «Romero era su amigo. La noche del 12 de marzo de 1977 Romero veló toda la noche el cuerpo del amigo y de dos campesinos asesinados junto a él en una emboscada […] En esas horas sintió mucho sentimiento viendo el amigo asesinado y a tantos campesinos que poblaban la Iglesia».

Después de ver a la gente llorar, «Romero – dijo a un amigo- vio que habían quedado huérfanos de su ‘padre’ y que ahora tocaba a él, como arzobispo, tomar su lugar también a costa de su propia vida».

Monseñor Romero escribió varias veces sus sentimientos hacia esa muerte: «Esa noche sentí una inspiración divina para ser valiente y tener una aptitud de fortaleza, mientras que en el país, flagelado por la injusticia social, aumentaba la violencia: violencia de la oligarquía contra los campesinos, violencia de los militares contra la Iglesia que defendía a los pobres, violencia de la guerrilla revolucionaria».

«El padre Tilo», como se le conocía popularmente, fue un sacerdote jesuita asesinado en 1977, por uno de los temidos «Escuadrones de la Muerte» al inicio del conflicto armado que sufrió este país centroamericano.

El 12 de marzo de 1977, el padre Grande —acompañado por Manuel Solórzano, de 72 años, y Nelson Rutilio Lemus, de 16 — manejaba el jeep otorgado por el arzobispado sobre la carretera que comunica el municipio de Aguilares con el municipio de El Paisnal (donde había nacido en 1929), ya que partía de aquella parroquia para celebrar la Misa vespertina de la Novena de San José, cuando los tres fueron emboscados y murieron ametrallados por uno de los «Escuadrones».

El 24 de septiembre de 1972, el padre Grande se había convertido en párroco de Aguilares, la misma parroquia en que él había pasado su niñez y juventud.

Allí fue uno de los jesuitas responsables de establecer las Comunidades Eclesiales de Base (CEB) y de formar a los líderes, llamados «Delegados de la Palabra». Este movimiento de organización campesina encontró oposición entre los terratenientes, que lo veían como una amenaza a su poder.

Y eso lo llevó a la muerte. Quizá, también, a los altares.

Publicado en la edición impresa de El Observador del 1 de marzo de 2020 No.1285

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