Por Jaime Septién
Hace un par de semanas escribí en esta columna que el Coronavirus estaba precedido de una estrategia mundial de miedo e intereses farmacéuticos. Me equivoqué. La propagación del llamado COVID-19 es real. Y nos tiene que poner a pensar, en esta Cuaresma 2020, en la fragilidad del equilibrio mundial, en la solidaridad y, sobre todo, en el respeto a la Creación al que nos llama el Papa en su mensaje para este tiempo fuerte de los católicos.
El mundo está en vilo. No solo por la amenaza nuclear o el cambio climático, sino por el efecto que ha tenido, en todas partes (peor aún en México), el egoísmo individualista que pone en primerísimo lugar lo que a mí me viene bien, lo que a mí me complace.
Ayudar a tomar previsiones para evitar el contagio y reflexionar severamente sobre nuestro débil compromiso con los demás, con nuestra flaca misericordia (comparándola a la misericordia infinita de Dios) puede ser misión de esta Cuaresma. Por ello el título tan raro de esta columna: Coronavirus + Cuaresma = Doble Conversión (la del corazón y la ecológica).
TEMA DE LA SEMANA: Satanás, su existencia y sus trampas
Publicado en la edición impresa de El Observador del 1 de marzo de 2020 No.1285