Por Marcela Palos
La violencia se combate protegiendo a la mujer y la nueva vida desde el vientre materno
Ante asesinatos desgarradores perpetrados contra mujeres en México, diferentes grupos exigen frenar la violencia contra las mujeres, lo cual es urgente.
Algunos grupos convocan un paro de mujeres, exhortándonos a no ir a trabajar, no consumir, vestir de negro, etc. Aunque estoy totalmente de acuerdo en detener la violencia y trabajo para ello, me preocupa el manejo de esta convocatoria.
Es común ver a los grupos convocantes utilizar la pañoleta verde, símbolo de apoyo al aborto y su legalización. Mediáticamente posicionan el tema de la violencia contra la mujer, entretejiendo el apoyo al aborto. Generando una idea en el inconsciente de espectadores e internautas: La violencia contra las mujeres se combate legalizando el aborto.
Es un absurdo y es el objetivo: presentar el aborto como la panacea a todos los problemas de las mujeres. Usando los casos de embarazos por violación (no todas las violaciones generan un embarazo, aumenta la probabilidad en violaciones recurrentes) y argumentando que, ante tanta violencia y violaciones, la mujer debe tener derecho a abortar. Como si asesinar a una persona (puede ser mujer) en edad embrionaria eliminará la violencia. Ante una violación, quien debe pagar la condena es el violador, no el bebé (quien puede ser mujer o puede ser varón). Abortar a una mujer en edad embrionaria es feminicidio. Asesinar a una persona concebida en violación es un acto brutal de discriminación y un artificio beneficioso para las mafias de trata de personas.
Las mujeres explotadas sexualmente son violadas hasta 30 veces al día. Si quedan embarazadas las llevan a abortar aludiendo ser victimas de una violación. El aborto por violación destroza y desprotege a la madre, asesina al inocente, y deja impunes a violadores y mafias de proxenetas. El aborto es el acto más violento contra una mujer y su hija o hijo. Nadie habla del síndrome post-aborto y todos los daños físicos, psicológicos, emocionales y afectivos que sufre una mujer tras el aborto:
– Tres veces más propensas a reportar depresión significativa (Pedersen, 2008).
– Tasa de suicidio seis veces mayor en mujeres que abortaron que en quienes dieron a luz. (Gissler, 1996, 2005)
– Tasa de suicidios es 154% mayor en mujeres que abortaron (Reardon, 2002)
– El aborto aumenta el riesgo de desarrollar trastorno bipolar en un 167% y depresión mayor en un 45%. (Coleman, 2009)
– Riesgos físicos: vinculación directa entre cáncer de mama, cérvico uterino y de colon tras haber sufrido un aborto, estado de coma por anestesia local, perforación del útero, desgarramiento del cuello uterino, o daño permanente en la vejiga u otros órganos cercanos, entre muchos otros. La pastilla del día después daña severamente la fecundidad, causando esterilidad.
Una mujer no necesita del aborto para acabar con la violencia, necesita de una sociedad solidaria, recibir apoyo y no ser explotada sexual, laboral, ni políticamente, y menos con fines reproductivos. El feminismo radical, lejos de empoderar a la mujer, la violenta y la discrimina si no asume su castrante ideología.
Publicado en la edición impresa de El Observador del 1 de marzo de 2020 No.1285