Que la pandemia no sea obstáculo para reconocer y admirar la tierra en donde nacimos
Por Raúl Espinoza Aguilera
En medio de la actual ola de visiones pesimistas y trágicas sobre la economía y política de nuestro país, México continúa siendo un país de grandes oportunidades.
La pandemia del coronavirus no ha sido obstáculo para que empresarios, microempresarios, comerciantes, profesores de universidades, estudiantes, etc. continúen laborando o estudiando a través de las redes sociales y diversas plataformas cibernéticas.
Por otra parte, se siguen abriendo nuevos negocios; continúan llegando inversiones del extranjero. Me decía un amigo empresario del Paraguay: “Mira, me he fijado que en ocasiones ustedes –los mexicanos- no se valoran con objetividad; mejor dicho, se infravaloran o se quejan demasiado de casi todos sus asuntos nacionales. Nosotros los miramos a ustedes como un país modelo al cual imitar, o en el cual invertir. Por eso es que mis compatriotas y yo, del mundo de la empresa, venimos con frecuencia a México y entablamos buenas relaciones comerciales”.
Similares comentarios he recibido de empresarios y comerciantes de Centroamérica o algunos del Caribe.
También a los profesionistas jóvenes, cuando se les pregunta:
-“¿Y por qué decidiste venir con tu esposa a trabajar a nuestro país?”
Invariablemente responden:
-“¡Porque México es un país de oportunidades! Aquí hemos conseguido buenos empleos mi esposa y yo, y además pronto y bien remunerados. Ya tenemos un departamento amueblado y otras comodidades. ¡Esto no lo hubiéramos ni siquiera soñado en nuestro país!
Otros profesionistas añaden:
-Por otra parte, ustedes son sumamente cordiales, amables, afables. Si vas a una fiesta o a una reunión social y te presentan a los que asisten, enseguida se convierten también en tus amigos. Eso no pasa habitualmente en nuestros países de origen. Por eso es que sentimos que México es “nuestro otro hogar”.
De la misma manera, muchos otros afirman que les admira profundamente la rica cultura mexicana, su arte, su literatura, su historia, su folklore; sus bellísimos paisajes naturales, sus hermosas playas; sus pueblos mágicos.
Hay quienes confiesan que les ha impactado sobremanera conocer Oaxaca, Morelia, Querétaro, Puebla, Guanajuato, etc., y que, cada vez que pueden, se dan una vuelta por esas antiguas poblaciones.
Me llamó la atención una profesionista, nacida en Siberia, que se vino a trabajar a México, aquí encontró novio y se casó. Al poco tiempo, invitó a su familia desde aquellas remotas y gélidas latitudes para que conocieran tantas maravillas que existen en nuestro país. El padre de la chica comentó que Querétaro y San Miguel de Allende le resultaban muy bellas poblaciones y que lo que más le gustaba era ¡qué no hacía nada de frío!
Conocemos de sobra nuestros problemas políticos y económicos, pero pienso que –todos unidos- podemos superar esas dificultades, pandemias y escollos que tengamos. Es asombrosa la actitud solidaria de nuestros paisanos, sacerdotes, médicos, enfermeras, de muchos empresarios y de comunicadores quienes están tendiendo su mano para ayudar a los más necesitados.
Publicado en la edición semanal digital de El Observador del 12 de abril de 2020 No.1292