“Para criar a un niño se necesita de toda una aldea”
Por Denisse Cueto
“Mujeres del universo todo, cristianas o no creyentes, a quienes os está confiada la vida en este momento tan grave de la historia, a vosotras toca salvar la paz del mundo”, Mensaje a las Mujeres en la Clausura del Concilio Vaticano II, 8 de diciembre de 1965.
Comenzamos nuestro viaje en este mundo del “Homeschool” hace ya casi 3 años. Tomamos la decisión cuando nos cambiamos de ciudad y prácticamente llegamos en ceros en la cuestión de amistades o conocidos. Uno de los principales temores de este tipo de educación siempre es la socialización.
Leyendo varios artículos, blogs y haciendo un poco de investigación, decidí relajarme el primer año y tratar de no presionarme tanto con ese tema, ya que para mí la prioridad era lograr adaptarnos a nuestro nuevo hogar, ciudad, estilo de vida.
Iba pasando el tiempo y entonces fue que comencé a buscar grupos de apoyo de escuela en casa en la ciudad.
Aquí te comparto algunos puntos que me llevaron a formar una hermosa comunidad de Mamás (y Familias) Homeschoolers:
Pon tu intención en manos de Dios y tus manos a la obra.
Por ejemplo: Organiza alguna reunión para conocer a mamás que estén interesadas en el mismo objetivo que tú. En mi caso, hice un pequeño “flyer”, invitando a las mamás interesadas a reunirse para que los niños llevaran a cabo alguna actividad católica. De esta manera puedes llamar la atención de las mamás que, al igual que tú, están buscando este tipo de formación para sus pequeños.
(En mi primera convocatoria sólo asistió una mamá que jamás volví a ver, pero el chiste es no perder el ánimo, tú sigue convocando).
Cuando encuentres por lo menos una mamá que quiera unirse al grupo, no la sueltes, apóyense y entre las dos traten de ir ideando cómo pueden ir creciendo y apoyando el desarrollo espiritual y académico de sus hijos. Lo importante es que ya se encontraron.
Procuren tener una actividad fija a la semana.
En nuestro caso comenzamos con una Hora de Adoración Eucarística para niños los viernes y de ahí nos pasamos a un parque a convivir. Lo bueno de esta actividad es que, conforme vayan encontrando a otras mamás interesadas, irán uniéndose poco a poco. Incluso ha habido ocasiones en las que, providencialmente, gente que va a la Iglesia a esa hora nos ve y “nos recomienda” con otras mamás.
Todas las mujeres somos diferentes, pero Dios en su bondad nos ha permitido ser así para complementarnos.
Traten de comprender a todas, de abrir sus corazones para que esta nueva comunidad dé los frutos que la sociedad de hoy en día necesita con urgencia. No tengan miedo de pedirse ayuda entre sí o una oración de intercesión.
Ten en cuenta que Dios las ha puesto en el camino para algo en especial.
Puedo seguir escribiendo de la gran comunidad que Él nos ha permitido formar, pero no acabaría. Sólo puedo decirte que últimamente tengo en la mente un antiguo refrán que dice: “Para criar a un niño se necesita de toda una aldea” y en efecto, ellas son mi aldea.
Publicado en la edición semanal digital de El Observador del 3 de mayo de 2020. No. 1295