Por P. Shenan J. Bouquet*

El fanatismo anticristiano ha envenenado nuestro discurso cívico

Gran parte del poder evangelizador de la Parábola del Buen Samaritano proviene del hecho de que, en la época de Jesús, los samaritanos y los judíos eran enemigos desde hacía mucho tiempo. Sus divisiones fueron tan profundas que generalmente se negaron a tener algo que ver entre sí. De ahí la conmoción de la mujer samaritana en el pozo (y de los discípulos de Jesús) cuando Jesús le entabló una conversación (véase Juan 4:4-42).

Y sin embargo, en la parábola de Jesús, no fue el sacerdote judío, ni el levita (también un judío prominente) quien se detuvo para ayudar al hombre judío que había sido robado y dado por muerto al costado del camino. Estos dos hombres ignoraron cruelmente a su sufriente compatriota. Es el samaritano quien vendó amorosamente las heridas del hombre y gastó de su dinero para asegurar su recuperación.

Cristo enseñó que los dos grandes mandamientos son el amor a Dios y el amor al prójimo. En esta parábola, sin embargo, y en otras partes de su ministerio, Jesús aclaró exactamente quién es nuestro prójimo (“Pero yo te digo, ama a tus enemigos” – Mateo 5:44), y cómo debemos amar a nuestro prójimo (“Porque tenía hambre y me diste de comer, tuve sed y me diste de beber, era un extraño y me acogiste, estaba desnudo y me vestiste, estaba enfermo y me visitaste, estuve en la prisión y me viniste a ver” (Mateo 25:35-36).

Durante dos milenios, los cristianos han imitado al samaritano. Dondequiera que se ha extendido el cristianismo, han surgido redes de hospitales, orfanatos, escuelas, bancos de alimentos, hogares para ancianos, hospicios para la lepra y el SIDA, y mucho más, ofreciendo indiscriminadamente la caridad a todos los necesitados. Las obras de caridad son la expresión natural e inevitable de lo que significa ser cristiano.

Samaritan’s Purse (“La Bolsa del Samaritano”, traducción libre)

No es sorprendente, por lo tanto, que en medio de la pandemia del covid-19, las organizaciones benéficas cristianas estén en primera línea. Sin embargo, lo sorprendente es que sus servicios no reciben gratitud, sino desprecio e incluso odio.

Samaritan’s Purse es una gran organización evangélica cristiana de socorro humanitario, dirigida por Franklin Graham, el hijo del famoso predicador Billy Graham. La organización opera en unos 100 países, brindando atención médica y otros tipos de ayuda humanitaria. Tienen un historial impecable, trabajan en algunos de los lugares de desastre más afectados en el mundo. Desempeñaron un papel clave en la lucha contra el Ébola en el Congo [1].

En respuesta a la pandemia del covid-19, Samaritan’s Purse envió unas 20 toneladas de equipo médico a Italia y estableció un hospital de campaña en la ciudad de Cremona. Enviaron otras 17,000 libras de equipo médico a Alaska y establecieron un hospital de campaña de 68 camas en Central Park en la ciudad de Nueva York. Según los informes, la organización benéfica atendió al hospital de campaña de Nueva York con unos 72 médicos, enfermeras y otros trabajadores de la salud, y también envió 10 ventiladores.

Cuando llegaron a Nueva York, el miedo al covid-19 estaba en su apogeo y las proyecciones anticipaban una escasez a gran escala de camas, ventiladores y otros equipos médicos. Cada cama, cada médico, cada ventilador, cada máscara era de un valor incalculable. Y, sin embargo, a pesar de esto, Samaritan’s Purse fue recibido por los medios de difusión y los políticos de Nueva York, no con gratitud, sino con sospecha, protestas e incluso iracundas exigencias de que se fueran. El alcalde Bill de Blasio declaró públicamente que estaba “muy preocupado” y proclamó su intención de enviar personal para “monitorear” la labor de Samaritan’s Purse. Los medios de difusión de todas partes informaron que el hospital de campaña era “controversial”.

¿Cómo, cabría preguntarse, podría ser “controversial” un hospital de campaña bien equipado que brinde la atención médica que tanto se necesitaba? Bueno, resulta que Franklin Graham y Samaritan’s Purse creen que el matrimonio es solamente entre un hombre y una mujer.

En otras palabras, Samaritan’s Purse cree lo que casi todos creían sobre el matrimonio hasta hace unos años. Pero con la victoria rápida y asombrosamente total de los progresistas sexuales, en el espacio de unos pocos años, mantener esta creencia ha pasado de ser normal a convertir automáticamente a una persona que cree en el matrimonio natural en un “enemigo” y en un “fanático”, e incluso, tan despreciable que aceptar sus servicios caritativos se considera una cooperación inaceptable con la intolerancia [2].

A pesar del impecable historial de Samaritan’s Purse de proporcionar servicios vitales a todas las personas, sin tener en cuenta la raza, el credo o cualquier otra característica, los activistas y políticos LGBT de Nueva York criticaron a la organización benéfica al sugerir que podrían negarse a atender a las personas con cuyos puntos de vista o estilo de vida no estaban de acuerdo.

“Grupo a cargo del hospital de campaña COVID-19 de Central Park es dirigido por un evangelista antigay”, criticó el titular del artículo de NBC cuando el hospital de campaña se instaló en Nueva York. Mientras tanto, cuatro congresistas del Partido Demócrata escribieron al alcalde de Blasio expresando también su “preocupación”. “Si bien de ninguna manera deseamos ver una reducción en la capacidad [de atención a la salud], incluso en esta crisis, debemos asegurarnos de que todos los proveedores y organizaciones de [dicha] atención cumplan con las políticas, normas y leyes de la no discriminación”, escribieron.

El representante Jerry Nadler, uno de los cuatro congresistas, escribió sin rodeos en Twitter: “El odio no tiene lugar en Nueva York”.

Voltean de cabeza el sentido de la Parábola del Buen Samaritano

Es como si la Parábola del Buen Samaritano se volviera completamente de cabeza: como si la parábola fuera a terminar, no con el samaritano amablemente cuidando al hombre judío y proclamando así un mensaje de tolerancia y amor, sino con el hombre judío reaccionando con horror cuando se dio cuenta de que el hombre que lo ayudaba era un samaritano, y rechazando su ayuda con disgusto, prefiriendo morir de dolor y al mismo tiempo albergando odio hacia su enemigo.

Este no es el mensaje que Jesús pretendía proclamar, y difícilmente, uno esperaría, la dirección que cualquiera de nosotros quisiera que nuestra cultura tomara. Y, sin embargo, trágicamente, parece que este es el estado de la izquierda y el grado en que la intolerancia anticristiana ha envenenado nuestro discurso cívico. Los izquierdistas ahora creen que los cristianos deben ser completamente marginados de todos los aspectos de la sociedad, incluyendo su caridad cristiana, que ha ayudado a miles de millones de seres humanos a lo largo de los siglos, a la cual desprecian y consideran simplemente como el caballo de Troya debido a sus odiosas creencias.

Samaritan’s Purse respondió a la fabricada controversia con admirable moderación cristiana. “Samaritan’s Purse trata a todos los que ayudamos de la misma manera”, dijeron en un comunicado. “No hacemos distinciones en cuanto a la religión, raza, orientación sexual o estado económico de una persona”.

Pero esta declaración no fue suficiente para apaciguar a los activistas LGBT.

“Es hora de que Samaritan’s Purse se vaya de Nueva York”, tuiteó hace unos días el portavoz del Concejo Municipal, Corey Johnson, a pesar de que los voluntarios de Samaritan’s Purse pasaran semanas arriesgando su salud para servir a cientos de neoyorquinos infectados con el covid-19. Y añadió: “Su continua presencia aquí es una afrenta a nuestros valores de inclusión, y es doloroso para todos los neoyorquinos que se preocupan profundamente por la comunidad LGBTQ”.

Samaritan’s Purse atendió a más de 300 pacientes con coronavirus en su hospital de campaña. Ahora, sin embargo, lo están cerrando. Ello se debe en gran medida a la disminución del número de pacientes. Sin embargo, aunque originalmente se suponía que Samaritan’s Purse continuaría ofreciendo sus servicios al Sistema de Salud Mount Sinai, incluso después de cerrar el hospital de campaña, ese acuerdo ha sido descontinuado. Un periodista informó que una “fuente” le dijo que “se tomó la decisión de cortar los lazos después de que la controversia sobre las opiniones religiosas del grupo sobre la comunidad LGBTQ causó preocupación en Nueva York” [3].

“Váyanse con viento fresco”, proclamó el titular de una publicación liberal.

Ante el odio, continuemos con nuestra labor cristiana

Un número cada vez mayor de personas ha comenzado a señalar que la izquierda se ha envenenado precisamente por el único vicio que denuncian: la intolerancia. Gran parte de la izquierda ahora opera de acuerdo con un dogma monolítico que no admite excepciones: acceder a cada punto y título del “progresismo” o ser arrojado a la oscuridad como un hereje. Los disidentes de este credo recién establecido se consideran ritualmente impuros, más allá de toda redención.

Esos cuatro congresistas del Partido Demócrata que escribieron al alcalde de Blasio seguramente sabían que sin las camas y los médicos de Samaritan’s Purse, más neoyorquinos podrían morir a causa del covid-19. Pero tan sagrado es su dogma sexual “progresista”, que estaban dispuestos a correr ese riesgo, en lugar de tener a “esos cristianos” cuidando a los enfermos en su ciudad.

Y, sin embargo, en todo el mundo, son “esos cristianos” quienes silenciosamente brindan cuidados críticos a innumerables personas, independientemente de su raza, orientación sexual, credo o cualquier otra cosa. Y lo hacen, no a pesar de sus creencias cristianas, sino debido a ellas y sí, incluida su creencia acerca del matrimonio natural. Lo hacen porque fue Cristo quien trajo a nuestro mundo la enseñanza revolucionaria de que todo ser humano, incluidos nuestros enemigos, que nos vilipendian incluso cuando hacemos el bien por ellos, es nuestro prójimo. Todo ser humano posee un valor intrínseco e infinito y, por lo tanto, es digno de amor incondicional.

Los izquierdistas que denunciaron la presencia de Samaritan’s Purse en Nueva York harían bien en imaginar un mundo en el que los cristianos no sacrificaran sus vidas y recursos para imitar al Buen Samaritano: un mundo sin los hospicios de SIDA administrados por la Iglesia Católica, sin los hogares para ancianos y refugios para personas sin hogar operados por las Misioneras de la Caridad, sin las innumerables escuelas atendidas por religiosos y religiosas, y otros misioneros. Y así sucesivamente.

Como expresa Samaritan’s Purse en su sitio web: “Después de compartir la historia del Buen Samaritano, Jesús dijo ‘Ve y haz lo mismo’. Esa es la misión de Samaritan’s Purse: seguir el ejemplo de Cristo ayudando a los necesitados y proclamando la esperanza del Evangelio”.

“Ve y haz lo mismo”. Ese es el imperativo del Evangelio. Esto es lo que estaba haciendo Samaritan’s Purse en Nueva York. Es lo que los cristianos en todas partes deben seguir haciendo, independientemente de la sospecha y el odio que les infunden los extremistas ideológicos.

*Presidente de Human Life International

Notas:

[1]. https://markets.businessinsider.com/news/stocks/samaritan-s-purse-aiding-ebola-victims-in-africa-1027836290.

[2]. https://nypost.com/2020/04/03/mayor-bill-de-blasios-despicable-baiting-of-samaritans-purse/ y https://www.lifesitenews.com/news/lgbt-activist-arrested-protesting-christians-treating-coronavirus-patients-in-nyc.

[3]. https://www.nbcnewyork.com/news/local/controversial-central-park-field-hospital-to-close-samaritans-purse-staffers-will-stay-at-mount-sinai/2399596/.

Artículo original en inglés: https://www.hli.org/2020/05/scorn-and-hatred-for-christian-charity-during-covid-19/

VHI agradece a José Antonio Zunino Tosi del Ecuador la traducción de este artículo.

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