Por Tomás de Híjar Ornelas

“La belleza salvará al mundo” Fiódor Dostoyevski

Como una muestra de fe en tiempos de pandemia, el Día Mundial del Medio Ambiente, 5 de junio del año en curso 2020, a despecho del confinamiento mundial provocado por la pandemia del Covid–19, ante miles de testigos virtuales, estudiantes, y profesores de 170 ciudades del mundo, el Papa Francisco inauguró desde su oficina en el Vaticano, la Universidad del Sentido.

Su rector será el médico Hugo Juri, asistido por Cecilia Cravero como directora del Campus Virtual, con sede en la Universidad Nacional de Córdoba (Argentina), la cual acreditará los grados académicos de este proyecto educativo, más de ruptura que de vanguardia.

Sube así Francisco otro peldaño a la fundación Scholas Occurrentes (Escuelas para el Encuentro), cuyo nacimiento acogió en Buenos Aires hace dos décadas, como arzobispo, en el peor momento para ello. Recuerda: “Scholas nació de una crisis, pero no alzó los puños para pelearse con la cultura, tampoco bajó los brazos para resignarse, ni salió llorando. Salió a escuchar el corazón de los jóvenes, a cultivar la realidad nueva”. El insólito método ha sido, añade, que “Scholas se asoma a través de las fisuras del mundo —no con la cabeza— con todo el cuerpo, para ver si desde lo abierto regresa otra respuesta”.

Y bien, como la nueva institución educativa, eminentemente virtual y global, tendrá como meta “educar buscado el sentido de las cosas”, podemos creer que si el siervo de Dios Gilbert K. Chesterton siguiera entre nosotros habría aceptado con gusto formar parte del cuadro académico de un plantel de esta índole, pues a decir de Hugo Juri, “Será una universidad autónoma, pública, internacional y no confesional. Pensada para difundir valores y cumplir con el objetivo de impulsar una nueva educación para toda la vida, para todo el que la necesite. Por eso será principalmente virtual, que se adecua a las necesidades de multidisciplinariedad del siglo 21”.

Sus fines, a decir suyo, serán: “formar en valores, especialmente los vinculados a nueva economía, más equitativa, en defensa del ambiente y en la universalización de los conocimientos para toda la vida”. Y si bien la sede académica estará en el Vaticano, no será una universidad confesional sino intercultural y “con un pensamiento global en cuanto a valores, y local en cuanto a las necesidades de la gente”, pues “romperá con el esquema tradicional de que para acceder a conocimientos superiores se necesita de trayectos académicos previos ya estipulados”.

La seriedad y la validez de su plan de estudios se ceñirá, concluye, “al sistema internacional de créditos académicos, que reconoce competencias y conocimientos y es independiente de los niveles educativos previos”.

Al Papa no le cabe duda: sólo “armonizando el lenguaje del pensamiento con los sentimientos y las acciones” es posible crear la “cultura del encuentro”, ya que sin él “no hay humanidad, porque no hay raíces, no hay historia, no hay promesa, no hay crecimiento, no hay sueños, no hay profecía”.

Auguramos un futuro promisorio a una iniciativa que le apuesta a aglutir “alumnos de todas las realidades, lenguas y creencias, porque nadie queda afuera cuando aquello que se enseña no es una cosa, sino la Vida”, cuyo impulso nos hace capaces de originar, concluye Francisco, otros mundos: “mundos de gratuidad, de sentido y de belleza”.

Publicado en la edición semanal digital de El Observador del 14 de junio de 2020. No. 1301

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