Los movimientos provida no se cansan de hacer frente a la cultura de la muerte y a todos los cristianos nos toca unirnos a esta lucha

Por Mary Velázquez Dorantes

Durante la última década hemos visto como la lucha por la vida se ha convertido en un maratón donde los lemas del derecho al aborto, los “embarazos planeados” y las experiencias de los movimientos de colores se han apoderado para atacar y buscar la legalización de la muerte del no nacido. El problema ya no es un asunto de unos cuantos países del tercer mundo, sino que ahora es un tema a nivel mundial.

Cada año se realizan 73 millones de abortos en el mundo. Para México el tema del aborto ha sido una liga que se estira por los movimientos que abanderan la causa de la muerte desde la concepción, dado que la legalización del aborto sólo ha ocurrido en la Ciudad de México y en Oaxaca. No obstante, en nuestro país se realizan aproximadamente un millón de abortos clandestinos anualmente y la cifra va en aumento. El rostro de la defensa de la vida es incansable, porque los movimientos provida han tomado el escenario de la opinión pública con una fuerza descomunal, cada uno de ellos con argumentos sólidos y avances científicos, sin embargo el trabajo es arduo y debe ser una tarea constante por parte de todos.

LA VIDA NO SÓLO COMO MOVIMIENTO SOCIAL

En estos tiempos hemos sido testigos de las movilizaciones sociales empleadas para todos los temas, y la vida también se ha convertido en protagonista fuerte, que da pelea y lucha por manifestarse en medio de cada movimiento. Quienes defendemos la vida realizamos coaliciones con la comunidad, con las mujeres, con las familias, dado que defender la vida es buscar preservar los derechos humanos pero también los derechos civiles, sin ninguna forma de violencia.

La defensa de la vida es un debate sobre la defensa de la verdad, sin censuras ni estigmas sociales que se pierdan en largas masas que buscan la aniquilación del no nacido. Recordemos que ser provida no es meramente una filosofía sino una acción donde se abandere el reconocimiento de la vida en todos sus sentidos, donde se defiende la vida desde el vientre materno, pero también se defiende a la familia.

Los movimientos sociales están luchando en los procesos políticos, en el activismo, en la información, en los medios de comunicación. Y justamente esta es la forma en como todos nos podemos convertir en actores a la defensa de la vida humana.

UN DISCURSO DE ENGAÑO

Detrás de la industria del aborto se han sumado grandes voces que emiten discursos disuasivos y de engaño. Palabras como restricción, no planeación o dignidad femenina se reproducen detrás de millones de usuarios dentro de las redes sociales, mientras que tras bambalinas de los grandes medios de comunicación de masas, nos hablan de una “dignidad” en el tercer mundo cuando en realidad el aborto ocurre en países ricos y pobres.

Los proaborto abanderan el discurso de la interrupción voluntaria del embarazo como un procedimiento médico regulado, y se sabe que el riesgo de ambas muertes -bebé y madre- nunca ha sido un procedimiento regulado. En América Latina suceden 44 abortos por cada mil personas, y eso nunca se informa en las estadísticas que los medios de comunicación reproducen.

El discurso versa sobre leyes, las tasas de fertilidad y los métodos anticonceptivos. La verdad sobre la muerte se disfraza por discursos llenos de falacias. La ciencia sabe que no existen los abortos seguros. Los medios de comunicación y los líderes de opinión saben que detrás del aborto hay cifras de engaño, cifras restringidas y estimaciones falsas.

CÓMO SER AGENTES ACTIVOS DE LA VIDA

El cristiano debe, desde su pensamiento, doctrina de fe y desde los hechos, abanderar la vida humana.

No debe ser únicamente observador de la realidad, sino transformador de escenarios actuales.

La defensa de la vida comienza desde el hogar, en el discurso y en la práctica.

La defensa del no nacido requiere de un cristiano que defiende la vida con dignidad, sin agresión, con actuaciones donde la libertad no esté por encima del inocente, y donde la defensa de la vida no sólo sea una lucha sino una cultura de vida.

La tarea es elegir gobiernos que defienden la vida, apoyar movimientos provida, y no discursos de moda.

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 15 de noviembre de 2020. No. 1323

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