Por Sergio Ibarra
Max Weber enunció que el hombre es un animal inserto en tramas de significación que él mismo ha tejido. La cultura ha sido motivo de estudios de intelectuales y sociólogos que profundizaron su impacto en la vida del Hombre. A lo largo de nuestra vida aprendemos formas de ser y pensar, pero, sobre todo, los significados de esas cosas que están detrás de las costumbres, los hábitos y valores.
Uno de los pilares de la memoria social contenida en la cultura y con alto nivel de significado, es la religión. Es memoria porque aquello que pertenece a la cultura se encuentra en el interior de quienes la integran, con significados correspondientes.
Se avecinan días donde las tradiciones católicas ocupan un lugar especial. Como buenos católicos debemos lanzarnos al rescate del significado e impacto de estas tradiciones, ante la superficialidad creciente.
La primera tiene que ver con el inicio de un nuevo año litúrgico, se celebra con los cuatro domingos que sirven para preparar la celebración del nacimiento de Jesús. El término adventus significa venida, la venida del Redentor. Así que, no es una celebración menor, se trata de preparar el espíritu para reflexionar sobre las implicaciones que tiene este redentor que celebramos.
La corona del adviento tuvo sus orígenes durante la Edad Media en lo que hoy es Alemania, la hacían con las ramas de los árboles del invierno. Luego se le agregaron las velas, que son cuatro y que representan cada uno de los domingos que anteceden a la fecha en la que se celebra el nacimiento de Jesús El Cristo.
Las autoridades eclesiásticas agregaron significados a cada una de las velas. La tradición, cuyo significado plantea que en estos cuatro domingos sean una fiesta dedicada a Dios cada semana, pero con este condimento espiritual de velar, por eso lo de las velas, para tener nuestro espíritu en orden y celebrar las fiestas navideñas, anteponiendo la fe, que es lo que nos vincula.
El 2020 ha traído un terrible mal a la humanidad que ha cobrado más de un millón de vidas. Sea el adviento un tiempo para fortalecer la fe, revisar nuestro interior, que cada vela que se encienda sea un llamado a la oración y a estar vigilantes, especialmente del prójimo en estos tiempos en donde la conciencia comunitaria, la memoria social, ha sido puesta, como nunca, a prueba.
Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 6 de diciembre de 2020. No. 1326