Las tradiciones familiares nacen de las experiencias de amor vividas en las circunstancias más inesperadas

En una víspera de Navidad, un exitoso hombre de negocios se apuraba a llegar a la tienda de comestibles antes de que cerraran.

— ¿Vas a comprar tu pavo de Navidad? —le preguntó un amigo.

— No. Hot dogs —respondió.

Explicó cómo, años atrás, debido a un fracaso en sus negocios, había perdido toda su fortuna y tuvo que enfrentar la Navidad sin trabajo ni dinero para regalos, y con menos de un dólar para comprar comida.

Ese año, él, su esposa y su hija pequeña oraron para dar gracias antes de cenar y comieron hot dogs.

Su esposa le había puesto a cada salchicha unos palillos de dientes que simulaban piernas de animalito. Su hijita estaba fascinada, y contagió su alegría a todos. Después de la cena dieron gracias de nuevo por el momento más amoroso y festivo que habían tenido jamás.

— Y ahora es una tradición —dijo el hombre—. Hot dogs para la Navidad nos recuerda ese feliz día cuando nos dimos cuenta de que nos tenemos los unos a los otros y de nuestra capacidad de reír y celebrar.

Jesucristo, quien dio origen a la Navidad, debe ser nuestro motivo para vivir la unidad familiar.

TEMA DE LA SEMANA: LA BELLEZA QUE SALVA AL MUNDO

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 20 de diciembre de 2020. No. 1328

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