Por Ana Gabriela Ronceros
El método permite a la pareja adoptar un estilo de vida que aporta distintas ventajas a su vida matrimonial
Cuando ya teníamos fecha para nuestra boda, mí ahora esposo y yo, decidimos averiguar sobre algún método de planificación familiar que pudiéramos practicar, que fuera de acuerdo a nuestros principios católicos.
Ya teníamos conocimiento sobre los daños que los métodos anticonceptivos causaban a la salud y todo lo que venía detrás de estas grandes industrias e ideologías.
Recordamos que cuando llevamos el tema del “Matrimonio y Vida Familiar” en la Escuela de Catequistas, nos habían mencionado varios métodos, entre ellos el método de la ovulación Billings, que fortalece la entrega generosa de los esposos en el amor conyugal, permitiéndoles mediante el reconocimiento de su fertilidad de manera objetiva, lograr el embarazo o espaciar los nacimientos y monitorear la salud procreativa de la mujer.
Decidimos ponernos en contacto con ellos, los visitamos y, luego de profundizar un poco más, tomamos la decisión de inscribirnos en un curso para la formación de instructores (que justamente estaba por iniciar).
Nos agradó mucho que fuera un método sencillo, científico, altamente efectivo, directo y sobre todo que aportaría muchas ventajas a nuestra vida matrimonial, mismas que nos iban a permitir crecer y afianzar esta nueva etapa que estábamos iniciando.
Hoy quiero compartirte algunas de esas ventajas:
- Fortalece la unión, la fidelidad y los lazos familiares.
- Ayuda a asumir conjuntamente la responsabilidad de la fertilidad.
- Respeta la Vida desde su inicio y las leyes biológicas de la naturaleza.
- Libre de efectos secundarios, ya que no altera los procesos biológicos del organismo.
- Eficaz para mujeres con ciclos regulares e irregulares.
- Útil para conseguir o posponer el embarazo.
- Aplicable para todas las etapas de la vida procreativa de la mujer (lactancia materna, al dejar anticonceptivos, pre-menospausia).
- Es una valiosa guía para el bienestar ginecológico.
Después de casi ocho años practicando este método, y con tres hermosos hijos, podemos dar fe de estas ventajas. Aunque debemos reconocer que al principio nos costó un poco ser disciplinados y ordenados (en el sentido de reconocer y anotar de manera diaria cada período por el que pasábamos), poco a poco se fue adaptando a nuestro estilo de vida y nos ha permitido integrarnos más, conocernos más y ser cómplices en nuestra intimidad.
Además nos ha preparado desde el inicio de la concepción para la llegada de cada uno de nuestros hijos, y hemos podido disfrutar del proceso, de cada momento.
¡Damos gracias a Dios por el don de la vida y por la hermosa vocación de ser padres!
Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 20 de diciembre de 2020. No. 1328