Los valores, el tiempo, la fe son esenciales para para una buena educación.
Por Hno. José Ernesto Hernández Rodríguez. MSP
“Yo no quiero que a mis hijos les falte nada”, “yo trabajo todo el día para que tengan todo lo que necesitan” “quiero lo mejor para mis hijos” estas son solo algunas expresiones que no faltan en los labios de varios padres de familia, tanto papás como mamás que se esfuerzan por dar lo mejor a sus hijos. Sin embargo, esta conducta no siempre cumple el cometido.
Los padres de familia, hombres y mujeres, salen a trabajar todo el día, algunos están en el extranjero y es que en ocasiones tal parece que no hay opción. Los niños en casa aparentemente “tienen todo” pues los papás llevan dinero. Son los abuelos, los tíos, los parientes e incluso los vecinos quienes terminan educando a los hijos.
Los padres de familia deben tomar conciencia de esto y darse cuenta que el dinero no educa, que no siempre será el dinero lo mejor que le puedan dar a sus hijos. Dar dinero a los hijos o cosas materiales que ellos utilicen no siempre será garantía de que se está dando a los hijos lo mejor. No se trata de estar en contra del dinero o del trabajo pues es necesario, pero no deben poner el dinero como lo principal, sino siempre como un medio.
Respecto al dinero y los bienes materiales el Papa Francisco ha dicho que es necesario “transformar los bienes y las riquezas en relaciones, porque las personas valen más que las cosas y cuentan más de las riquezas poseídas” (Ángelus del domingo 22 de septiembre de 2019). Esta enseñanza la podemos aplicar de los papás a los hijos, pues a menudo los hijos sufren la lejanía de los padres y esta es la causa de muchos males que ellos sufren en la actualidad.
La doctora Miroslava Ramírez en su artículo Ser padre y la nueva generación fatherless menciona que el niño adquiere fuerza y dinamismo con la imagen paterna, y que el vínculo entre padre e hijo es el camino que construye de por vida la sensación de seguridad en una persona y se establece cuando el padre comunica abiertamente sus ideas, sentimientos y percepciones a sus hijos. Mientras que el amor y la presencia de la madre les ayuda a madurar su afectividad, a saber establecer relaciones sanas con los demás. La triste realidad de las familias monoparentales que para muchos es ya una opción o incluso una moda no ayuda al desarrollo integral de los pequeños aunque a veces así parezca. Nada les hará mejor a los hijos que el hecho de tener a su padre y a su madre junto a ellos no solo físicamente sino con todo lo que conlleva el gran reto de la educación.
La familia está en peligro, esto es evidente y los enemigos de ella usan cualquier pretexto para destruirla, son los padres de familia los que deben volver a tomar las riendas de la educación de los hijos.
¿Qué se puede hacer frente a esta realidad? Claro está que los papás no pueden ni deben dejar de trabajar para proveer de bienes a los hijos, sin embargo es necesario que los papas se esfuercen en brindar a sus hijos una educación integral y de calidad.
Darles el tiempo necesario y de calidad: hablar con ellos, escucharlos, dedicarles tiempo para recreación, saber lo que piensan, cuál es su círculo de amigos, vivir juntos las labores del hogar, estar con ellos en sus los días importantes,…etc. Estamos de acuerdo que nada de esto hace el dinero o las cosas materiales.
Inculcarles valores: que hagan de ellos no solo jóvenes con capacidad intelectual sino que los hagan buenos seres humanos. Lamentable que hoy hay buenos profesionistas, pero con poca calidad humana.
Inculcarles la fe: este es el tesoro que muchos papás han dejado de lado para sus hijos. Hay papás que le ponen todo el empeño a las cuestiones académicas, culturales, deportivas de sus hijos y está bien, pero dejan de lado las verdades de la fe. La Palabra de Dios es insistente en esta realidad: “instruye al niño en su camino y aun cuando sea viejo no se apartará de él” (Pr 22,6). El libro del Deuteronomio regala una de las enseñanzas que los hijos no deben olvidar: “Grábate en la mente todas las cosas que hoy te he dicho y enséñales continuamente a tus hijos; háblales de ellas, tanto en tu casa como en el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes”
Por lo tanto, no olviden los padres de familia que son ellos los principales educadores de sus hijos, es un papel insustituible. Tomen en cuenta que lo mejor que les pueden dar no solo son las cosas materiales, que los niños necesitan siempre un padre y una madre que les brinde todo lo que ellos necesitan en toda la dimensión de su persona. Nunca olviden que un hogar y una verdadera familia no se consiguen con dinero.
Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 20 de diciembre de 2020. No. 1328