Por el P. Luis Alfonso Orozco, LC
El México actual es una nación heterogénea, con casi 130 millones de habitantes en un territorio que ronda los dos millones de kilómetros cuadrados. Es el primer país del mundo por el número de hispanoparlantes y el segundo con más católicos, por detrás de Brasil. En América ocupa el quinto puesto en extensión territorial pero su biodiversidad lo coloca entre los primeros ocho del mundo.
El México moderno tiene una extensión que es la mitad de cuando alcanzó su independencia de España, en 1821, y también menor de cuando no existía aún como nación, antes de la conquista por Hernán Cortés en 1521.
Antes de esta fecha existía un enorme territorio conocido como Mesoamérica, en el que pululaban cientos de etnias autóctonas con sus lenguajes, costumbres y gobiernos diferentes, enemigos a muerte muchas veces entre ellos. No había ni la más remota idea de unidad ni de nación entre ellos antes de 1521. “No había entre aquellos primitivos contactos ni comerciales, ni culturales. Los dividía ya el abismo de la diversidad de lenguas: tarasco, cuitlateca, maya, mixteca, zapoteca, totonaca, zoque, otomí, nahua, etc.” (Cf. Schlarman Joseph, México tierra de volcanes, Porrúa, México 1993, 15ª ed., p. 37).
El punto de vista de dos historiadores
Dos importantes historiadores mexicanos, José Vasconcelos y Eugenio del Hoyo afirman sólidamente la tesis del nacimiento de México como nación, a partir de la llegada de los españoles y la conquista del imperio azteca, en 1521. “La historia de México empieza como episodio de la gran odisea del descubrimiento y ocupación del Nuevo Mundo.
Antes de la llegada de los españoles, México no existía como nación; una multitud de tribus separadas por ríos y montañas y por el más profundo abismo de sus trescientos dialectos, habitaba las regiones que hoy forman el territorio patrio.
Los aztecas dominaban apenas una zona de la meseta, en constante rivalidad con los tlaxcaltecas, y al occidente los tarascos ejercitaban soberanía independiente, lo mismo que por el sur los zapotecas.
Ninguna idea nacional emparentaba las castas; todo lo contrario, la más feroz enemistad alimentaba la guerra perpetua, que sólo la conquista española hizo terminar” (Cf. Del Hoyo Eugenio, Historia de México (conversaciones), ed. particular por Guillermo Zambrano, 1997, p. 2).
“México viene a ser ese magnífico fruto mestizo de la conjunción de dos mundos opuestos: el indígena y la España renacentista, que chocan violentamente en la conquista y de cuyo choque violento surge nuestra nacionalidad mestiza: yo sostengo que antes de la Conquista no hay nación mexicana, no se puede hablar de una nación, de un Estado mexicano: ¡no había!
“El México indígena se nos presenta como un complejo, un rico mosaico de pueblos, culturas, lenguas creencias, costumbres (…) pueblos vecinos que no podían entenderse por la diversidad de lenguas, más de medio territorio hacia el norte habitado por nómadas en una vida de lo más primitiva que podamos imaginar. Ese era el México precortesiano” (Cf. Del Hoyo Eugenio, Historia de México. Conversaciones, ed. particular por Guillermo Zambrano, 1997, p. 2).
“Es, por tanto, imperdonable anacronismo, imaginarse a los conquistadores castellanos como invasores de México. Ni como unidad política, ni social, ni religiosa, ni étnica, existía México. Era un mosaico inmenso de pueblos de muy diverso nivel cultural que iba desde los salvajes perdidos en las selvas tropicales y los nómadas de las áridas estepas del Norte hasta los pueblos civilizados de las tierras templadas de Mesoamérica. El mal llamado imperio azteca, no era sino un conjunto abigarrado de pueblos y regiones, sojuzgado por la fuerza de la tribu audaz que había sustituido a los toltecas en el Valle de México: los mexicas” (Cf. Schlarman Joseph, México tierra de volcanes, Porrúa, México 1993, 15ª ed., p. 45).
TEMA DE LA SEMANA: “MÉXICO: UN AÑO PARA PENSAR LO QUE SOMOS”
Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 10 de enero de 2021. No. 1331