Por Padre Antonio Escobedo cm
Durante este segundo domingo de Navidad nos deleitamos con la lectura del Prólogo del evangelio de san Juan. Se trata de una verdadera obra de arte donde el evangelista consigue enlazar la teología más profunda de nuestra fe con una poesía que nos abre a la comprensión de lo divino. Algunos eruditos describen el Prólogo como prosa poética, es decir como una prosa con alma de poesía. Es una prosa que, al estar impregnada de poesía, llena cada palabra y frase de significado para nuestra Vida.
Juan inicia afirmando que “en el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios”. Esta breves frase nos ha inspirado a comprender a Jesús como Dios y como humano. Por una parte declara que el Verbo está desde el comienzo de todo, incluso antes de la existencia del tiempo. Por lo tanto, el Verbo no es parte de la creación porque no fue creado, pero estaba con Dios antes de la creación. Por otra parte, asegura que el Verbo que estaba con Dios desde el principio y sin dejar de ser Dios entra en la esfera del tiempo, la historia y la tangibilidad. En otras palabras, muestra que el Hijo de Dios fue enviado al mundo para que la gloria y gracia de Dios se revelaran de manera única y completa.
Solo Jesús revela a Dios con perfecta claridad, porque solo Él ha compartido una intimidad con Dios sin secretos ni desacuerdos. Moisés oyó a Dios en el Monte de Sinaí, pero no pudo verlo. Leyó las palabras inscritas en tabletas de piedra, pero no las escribió. El Verbo, por otro lado, estaba presente con Dios desde el principio y participó activamente en cada paso de la creación. ¿Podemos descubrir a Dios en medio de la creación o, más bien, seguimos creyendo que se requieren de dotes especiales para poder percibirlo?
“En el principio”. Este Evangelio empieza con esas mismas palabras del Génesis porque sigue el modelo del relato de la creación: ambos son relatos de creación realizados por el Verbo de Dios; ambos hablan de la oscuridad y la luz que penetra y derrota a las tinieblas; ambos hablan de vida aunque en Génesis la Palabra da vida al hombre mientras que en el Prólogo el Verbo de Dios le da vida eterna a la humanidad. ¿Cuándo empieza la Vida eterna? Ojalá que comprendamos que inicia en el momento que el Verbo entra a nuestro corazón.
Ahora, gracias a Jesús, que es el Verbo hecho hombre, podemos ver a Dios con más claridad. Descubrimos que para amar a Dios no basta comprenderlo, al contrario, Jesús nos ha manifestado que para amarlo necesitamos poner en práctica nuestros sentidos, necesitamos hacernos hijos de Dios y adherirnos a su benevolencia y protección divina. Por ello, podemos preguntarnos ¿Dios se ha convertido en verdadero Padre para nosotros o sigue siendo un ser que busca la manera de castigarnos y condenarnos?