Hablar de la Semana Santa es hacer una reflexión acerca del sentido de este tiempo que estamos por celebrar los católicos
Por Mónica Muñoz Jiménez
Estamos en la Semana Santa, una época que, para una inmensa cantidad de personas, solamente es notable debido a que en el calendario civil se toma como tiempo de vacaciones, después de una temporada de actividad escolar y laboral, que, originalmente, se otorgaba porque la Iglesia Católica celebra los misterios de la Pasión, Muerte y Resurrección de nuestro Señor Jesucristo, considerados días de guardar, y como en México, la mayoría decía profesar esta fe, se daba esta pausa en las labores cotidianas para que esos católicos participaran de los oficios propios del tiempo litúrgico de la Semana Santa.
Sin embargo, a pesar de ser aún un país de mayoría católica, de acuerdo a las cifras obtenidas en el último censo realizado por el INEGI en 2020, el cual arrojó que alrededor del 77.7% de la población mexicana se denominaba católica, lo cual representó cerca de 97,9 millones de mexicanos, en la actualidad solamente los consideran días de asueto, ignorando el sentido espiritual que los inspira,
A esta realidad hay que añadir que la Ley Federal del Trabajo no contempla la Semana Santa dentro de los días feriados, sin embargo, la decisión del receso laboral se deja en manos de los empleadores, porque, en vista de que también somos un pueblo de tradiciones arraigadas, ni siquiera los legisladores han pretendido cambiar las vacaciones para otras fechas, aunque quienes participen de las celebraciones de la llamada Semana Mayor, sea una pequeña parte de esos casi 98 millones de católicos.
Definitivamente estamos frente a una innegable realidad: en México mucha gente es católica por costumbre, no por convicción, lo que también nos habla de la falta de evangelización entre los fieles y una ausencia de catequesis adecuada para que los miembros de la Iglesia Católica entiendan el sentido de estas importantes celebraciones para su vida espiritual y decidan participar activamente de ellas, no como una mera costumbre, o peor aún, un espectáculo que conmueve momentáneamente, como cuando se asiste a una sala de cine a ver una película, sino como una oportunidad para profundizar en su fe, sacar provecho de la Cuaresma y convertir la Semana Santa en el culmen de este tiempo litúrgico que se verá coronado con la Resurrección del Señor Jesús.
Por eso, aunque las representaciones del Viacrucis, o de las “tres caídas”, como le dicen en algunas partes, o bien, las procesiones del silencio que tanto llaman la atención, sean populares, no son litúrgicas, corriendo el riesgo de quedar únicamente como representaciones piadosas para el entretenimiento de quienes acuden a presenciarlas, lo que tampoco podrá hacerse este año, debido a la contingencia sanitaria.
Por supuesto, para cambiar esa realidad, se requiere de un decidido compromiso por parte de los cristianos católicos para estudiar su religión y poner en práctica los medios a su alcance para acercarse más a Dios, a través del prójimo, tales como la oración, la penitencia, el ayuno, la limosna y las obras de caridad y misericordia, que son oportunidades para lograr la perfección cristiana.
Por eso, solo quien las practica puede entender su efectividad, porque quien vive la Cuaresma de esa manera, no puede continuar la vida siendo indiferente al sufrimiento y necesidades de los demás, e inevitablemente, comenzará a sentir la necesidad de seguir formándose en su fe para comprender mejor el sentido de su vida y sus acciones.
Sé que hay muchos hermanos que profesan otras religiones o incluso, se declaran agnósticos, para ellos estos días santos solamente serán de descanso, si en las empresas que laboran se los dan, por eso, al hablar de la Semana Santa no pretendo excluirlos del tema, sino hacer una reflexión acerca del sentido de este tiempo que estamos por celebrar los católicos. Para ustedes mi respeto y oración para que logremos convivir siempre en paz y armonía.
Y reitero para mis hermanos católicos, recuperemos el verdadero sentido de la Semana Santa y vivamos las celebraciones de manera presencial, si las circunstancias lo permiten, desde el Domingo de Ramos hasta el Domingo de Pascua o bien, aprovechemos los medios digitales, muchas parroquias hacen un gran trabajo con sus transmisiones en las redes sociales para que nadie se quede sin celebrar la fiesta más grande del cristianismo: la Resurrección del Señor.
Que tengan una excelente Semana Santa.
Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 28 de marzo de 2021 No. 1342