Por P. Fernando Pascual
El padre abad había recibido esa pregunta que le resultaba difícil de responder. Quiso, de todos modos, elaborar algunas ideas, y empezó a escribir.
“Te mando un saludo esperando que estés muy bien. Recibí tu mensaje hace unos días con la pregunta: ¿Dios podría haber creado un mundo mejor, sin terremotos, sin catástrofes naturales?
Sé que el tema es difícil, y que no voy a poder ofrecerte algo que sea completo. Por ahora, pensé que podría elaborar algunas reflexiones iniciales que espero sean de ayuda.
Hay que partir de la misma pregunta. Ella surge desde dos tesis: la primera, suponer que el mundo no sería perfecto, que tendría defectos. La segunda, que un Dios bueno y omnipotente podría haber hecho algo mejor.
La primera tesis, sin embargo, es en sí misma problemática. Defender que podría haber un mundo mejor significa señalar el mundo actual como defectuoso o, al menos, menos perfecto.
Pero, ¿de verdad podemos “probar” que este mundo es imperfecto? Para ello, necesitamos un criterio que nos permita juzgar lo que conocemos de nuestro planeta y declarar si puede mejorar o no.
Ese criterio, sin embargo, variaría mucho de persona a persona, y según presupuestos filosóficos diferentes. Un determinista diría que la misma pregunta no tiene sentido alguno, porque el mundo surge por necesidad, y no hay posibilidad alguna de que fuera de otra manera.
Para quienes no somos deterministas, puede surgir la idea de que el mundo obedece a decisiones de Dios que resultarían modificables según criterios de bondad que ese Dios no habría tenido en cuenta.
Suponer lo anterior es algo contradictorio. Si el mundo procede de Dios, es obvio que Dios lo configura desde su Bondad y su Poder. Pero no podemos establecer nosotros si un mundo creado de otra manera sería “mejor”, porque tal posibilidad simplemente no podemos comprenderla con exactitud.
Siempre me impresiona esa discusión entre Job y Dios. El primero reprocha al Creador los males que padece, como si fueran resultado de una injusticia. Dios responde con otro reproche que creo sirve para reconocer que hay algo extraño en la pregunta que me formulaste.
“¿Dónde estabas tú cuando fundaba yo la tierra? Indícalo, si sabes la verdad. ¿Quién fijó sus medidas? ¿lo sabrías? ¿Quién tiró el cordel sobre ella?” (Job 38,4‑5).
El reproche es mucho más largo y con diversos matices. Creo que su núcleo es claro: Job reprocha a Dios un mundo imperfecto, cuando en realidad carece de la perspectiva y de los conocimientos necesarios para decir que este mundo es imperfecto.
Por eso, creo que tu pregunta estaría mal formulada. Ello no implica cerrar los ojos ante las consecuencias terribles de una erupción volcánica o de una sequía provocada por fenómenos naturales. Más bien, se trata de comprender mejor el sentido de este mundo donde conviven la belleza de una margarita silvestre y el drama de unos lobos que despedazan a una cría de ciervo.
Si puedo, más adelante elaboraré otras reflexiones, pues seguramente este primer texto te parecerá insuficiente, y yo mismo te daría la razón. Estamos ante un tema que requiere mucho más que razonamientos sofisticados, pues toca profundamente ese misterio de nuestra vida, amenazada continuamente por fuerzas físicas que pueden destruirnos en cualquier momento.
Además, he dejado de lado lo que se refiere a los muchos males e injusticias, provocados por decisiones humanas. Elaborar algo para comprender mejor por qué somos libres y por qué esa libertad ha llevado y lleva a provocar tanto dolor en otros, exige un esfuerzo enorme que por ahora dejo de lado.
Te deseo una semana llena de bendiciones. Un abrazo a tu familia, y cuídate mucho en estos días del año, pues sabemos que basta una corriente de aire para empezar un catarro que a veces se complica.
Tuyo…”