Un domingo como éste, pero de 1995, inició su andadura El Observador. Sumamos 26 años de circulación ininterrumpida, cada semana (solo por tres meses en versión electrónica en 2020, por el confinamiento) hemos acudido a nuestra cita con los lectores. Han sido años de tesón, esfuerzo y compañía muy grata de cientos de personas que sería imposible citar sin dejar afuera a tantos y tantos lectores, distribuidores, anunciantes, amigos y bienhechores que hemos encontrado en el camino.
Algunos de los que hace 26 años nos apoyaron en la salida del periódico se nos han adelantado. Recordamos, con especial cariño, al arzobispo de San Luis Potosí, don Arturo Szymanski. Lector asiduo, corrector de estilo, animador constante y cofundador de esta empresa, junto con nuestro queridísimo padre y pastor, el actual obispo emérito de Querétaro, don Mario De Gasperín, que Dios conserve por largos años. Su sabiduría, su cercanía, su consejo y guía nos siguen iluminando, como lo hizo don Faustino Armendáriz y ahora lo hace el obispo don Fidencio López Plaza. ¡Y tantos otros que se han unido al trabajo de un equipo estupendo que ha sorteado los oleajes de las crisis siempre con espíritu cristiano, aferrados al magisterio de los papas San Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco, centrados en el objetivo de El Observador: que la fe se haga cultura!
Sería inútil aparentar que El Observador está a salvo. No es cierto. Estamos pasando la peor de todas las penurias económicas que a lo largo de 26 años hemos enfrentado. Las cuentas se acumulan, los lectores escasean, hay mucha pobreza en el país. Los anunciantes prefieren esperar para mejor ocasión…, o nunca. Pero es la hora de sacar la casta. En este inicio del año 27, cuando ya sabemos lo que es remar en contra de la corriente extrema, el tsunami del coronavirus, no vamos a claudicar.
Nacimos, providencialmente, en la fiesta de Nuestra Señora del Carmen, nuestra patrona. A la Virgen hemos pedido siempre su intercesión. De 2021 a 2031-2033 la misión de la comunicación católica será fundamental, siempre y cuando se tome lo católico no como un adjetivo, sino como un sustantivo. Es decir, como una fe abierta al mundo, valiente, trabajadora y capaz de dar razones a quienes creen poquito, dicen no creer, se ofenden por la Iglesia o están peleados con Dios. En 2031 celebraremos el quinto centenario del Acontecimiento Guadalupano. Y en 2033 el segundo milenio de la Redención. A Jesús por María. Y de Jesús al mundo. Para transformarlo. Tarea del periodismo. Tarea del católico. Nuestra tarea.
Maité y Jaime Septién