En los municipios de Pantelhó y Chenalhó en Chiapas el crimen organizado, las autodefensas y los desplazados son el común denominador que civiles e instituciones urgen detener y atender.
Desde Tuxtla Gutiérrez Chiapas el presbítero Gilberto Hernández García, Discípulo Misionero de Jesús Buen Pastor, responsable de la Pastoral social y director de Cáritas Tuxtla, nos habla sobre la situación que está menguando la paz y el actuar de la Iglesia.
Por Rubicela Muñiz
Padre Gil, ¿qué es lo que hay en Pantelhó y Chenalhó que los hace motivo de un penoso conflicto?
▶ En esos dos municipios colindantes de la zona de los Altos, en Chiapas, de población tzotzil, se ha venido dando una situación de violencia con varios ingredientes: por una parte, hay información de presencia del crimen organizado, tolerado o incluso en contubernio con autoridades locales de esos municipios; y ahora ha surgido un grupo de autodefensa, hartos de que las autoridades no hagan lo suficiente para garantizar la seguridad de las comunidades.
Esta situación ha provocado el desplazamiento de muchas familias, ¿en dónde se están refugiando?
▶ Hay más de 3 mil personas que han tenido que abandonar su tierra por miedo a ser atacados. Se han dispersado en varias comunidades vecinas como Acteal, Majomut o San Cristóbal de Las Casas… Muchos han ido a refugiarse con sus familias a otras poblaciones. Por lo general son mujeres, niños, niñas, ancianos.
¿Cómo se ha visto afectada la Iglesia?
▶ Si tomamos en cuenta que “nada de lo humano es ajeno a la Iglesia” podemos decir que somos afectados al ver el sufrimiento de tantos hermanos y hermanas. Como siempre, los más pobres son quienes cargan con las consecuencias de la ambición humana.
Y en cuanto a la ayuda, ¿la Iglesia cómo ha participado?
▶ Desde el primer momento de esta lamentable situación la Iglesia se ha puesto en marcha para atender a los desplazados. Las mismas parroquias de Santa Catarina Pantelhó y San Pedro Chenalhó se movilizaron para dar atención. Desde luego Cáritas de San Cristóbal, en unión con otras Cáritas (Mexicana, de Tuxtla, de Tapachula) ha organizado centros de acopio para recaudar víveres y cobijas.
También ha sido importante el llamamiento que han hecho los obispos de la Provincia eclesiástica de Chiapas para animar la esperanza de los desplazados y la caridad de los creyentes de las tres diócesis chiapanecas, además de la mediación en la búsqueda de soluciones, y la exhortación al Gobierno del estado para que garantice la seguridad y bienestar de las personas desplazadas, así como busque mecanismos para desactivar todos esos conflictos, muchos de ellos ya con varias décadas.
¿Cree que pronto llegue la paz?
▶ La paz, en cualquier zona del planeta, es una construcción artesanal, a largo plazo, porque no se trata de edificarla a cualquier costo. Se necesita una paz con justicia, desde la dignidad de los pueblos indígenas. No es sólo que dejen de suceder episodios de violencia; esto va más allá: para una paz sostenida y digna hay que volver los ojos y el corazón a estas comunidades, postradas ancestralmente y condenadas al atraso.
A los estragos de esta violencia se suma la pandemia, ¿cómo ha afectado el COVID-19 a estas poblaciones?
▶ Los riesgos de contagio aumentan en situaciones como estas porque no hay las precauciones que se toman en otros momentos; el hacinamiento y el contacto con personas que vienen a ayudar pone en situación de desventaja a las personas desplazadas.
Además hay que tomar en cuenta que las lluvias y el clima de la zona hace propicio que pudiera darse un brote de COVID entre las poblaciones.
¿Es la primera vez que le toca vivir una situación así desde que está en Chiapas?
▶ Chiapas tiene varios conflictos por diferentes motivos: lucha por tierras, por cuestiones de límites, por intolerancia religiosa, por falta de apoyos gubernamentales, por cuestiones electorales, caravanas de migrantes, desastres naturales… Me han tocado situaciones conflictivas muy variadas, sin embargo, ahora que estoy como animador provincial de la Pastoral social me he involucrado un poco más, junto con muchos agentes de pastoral.
Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 25 de julio de 2021 No. 1359