Moisés, el hombre que nació esclavo para después convertirse en pastor, y que tuvo que romper paradigmas y nadar contracorriente para cumplir la voluntad de Dios, nos puede guiar a nuestra búsqueda de la tierra prometida.
Por Angelo De Simone R.
En un mundo donde la desesperanza muchas veces reina y las fuerzas pueden disminuir, muchos de nosotros estamos en la búsqueda de la tierra prometida: esa felicidad y paz interior que tanto necesitamos pero que muchas veces no logramos encontrar.
Ver testimonios como el de Moisés nos pueden ayudar en este proceso y sobre todo a responder la pregunta: ¿Cómo vivir la fe y responder a mi vocación con fortaleza y esperanza? A continuación, te daré 5 claves desde la vida de este gran personaje que nos puede ayudar en nuestro crecimiento espiritual:
- De nada le vale al hombre ganar el mundo si pierde su alma: Moisés se compadeció del sufrimiento de su prójimo, asumió como propio el maltrato y el desprecio que sufrían los israelitas. Entendió que muchas veces para luchar por la justicia del pueblo, debía renunciar a tesoros materiales que lo llevarían a la perdición espiritual.
¿Cuántas veces no buscamos nuestro beneficio y mantener tesoros en la tierra (afectos, bienes materiales, fama, followers) antes de preocuparnos por el que sufre a mi lado? ¿Seremos capaz de renunciar a prestigiosos puestos con tal de instaurar la justicia de Dios en el mundo? O acaso ¿la corrupción reinará en nuestro corazón?
- La crisis es una oportunidad de crecimiento: Moisés en todos esos años que pasó fuera de Egipto, le tocó aprender a ser amoroso, humilde, cariñoso y paciente. Aunque se convirtió en un fugitivo, tuvo que entender que el sufrimiento de hoy te prepara para la victoria de mañana. De ser parte de los grandes personajes de Egipto, se redujo a un simple pastor.
No obstante, tuvo la capacidad de hacerle frente al sufrimiento y salir adelante. En nuestra vida pueden venir este tipo de conflictos en un momento determinado, donde parece que no podemos tocar más fondo pero que debemos tener la fortaleza de levantarnos y optar por confiar en aquel que nos ha amado primero. ¿Cuál es mi actitud ante las situaciones adversas? ¿Acaso ese momento de sufrimiento no fue una oportunidad importante para acercarme a Dios?
- Dios nunca pierde una batalla: Dios siempre sabe sacar lo mejor del hombre. Moisés, un hombre que había perdido la confianza en sí, ahora logra encontrar la confianza en Dios en medio de su miseria. Dios usó esta circunstancia para hacerle entender que no podía renegar de su pasado sino que al integrarlo, entendería que era parte importante de su misión: liberar al pueblo de Israel. ¿No has sentido que muchas veces quieres olvidar aquellos errores cometidos en el pasado? ¿Por qué huir de un recuerdo que se puede convertir en la mayor oportunidad de aprendizaje en nuestra vida? ¿Se lo has puesto en manos de Dios para que convierta tu miseria en una misión de liberación para otros?
- Dios capacita al que llama: “¿Quién soy yo para ir al faraón?” es la pregunta que le hace Moisés a Dios, intentando evitar lo que el Señor le pide, porque es consciente de su debilidad y de lo difícil de la misión. A pesar de tener miedo, entiende que su fe en Dios lo fortalece. Moisés permite ser instrumento del poder de Dios, tomando conciencia de que sus limitaciones no importan, porque Dios no lo abandonará y estará siempre a su lado. Esto también ocurre en nuestra vida, Dios constantemente te invita a cumplir su misión y te dice como a Moisés, “No tengas miedo, yo estaré contigo”. Cuando se presenten grandes pruebas y retos en tu jornada, confía en el poder de Dios que, al llamarte, se encargará de capacitarte y mostrar su grandeza en ti. ¿Me permito ser instrumento de Dios? o en oportunidades ¿evado la responsabilidad colocando escusas?
- Ser contemplativo en la acción: Moisés experimentó en primera persona la importancia del movimiento en la oración. Su fe se alimentaba del diálogo sencillo y humilde con Dios. Pero era una fe que lo llevaba a actuar, a abandonarse a sí mismo en manos de aquel que ilumina la vida. Todos nosotros tenemos el deber de santificarnos en nuestras realidades, hacer de cada jornada una oportunidad para elevar una oración a Dios. Muchas veces, por falta de oración, dejamos de ver los grandes milagros de Dios en nuestras vidas, corriendo el riesgo de los mismos israelitas en el desierto, que, al lograr huir de Egipto, en medio de canticos y alegrías, en poco tiempo entonaron quejas y rumores por no entender la voluntad de Dios. Nuestra vida espiritual no debe caer bajo esta hipoxia espiritual. Para mantener vivo nuestro espíritu, el mejor oxigeno será el diálogo fraterno con Dios que nos lleva a amar y servir, orando con los acontecimientos del día a día. ¿Logro llevar mi fe a acciones concretas que permitan ayudar al otro a sentir el amor de Dios en su vida?
TEMA DE LA SEMANA: EL PENSAMIENTO DE LOS PROFETAS: ¿SU VOZ SIGUE EN EL DESIERTO?
Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 24 de octubre de 2021 No. 1372